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Problemas en la administración de desparasitantes 

 

Los gatos son muy populares como animales de compañía. No obstante, incluso propietarios que les procuran atención y cuidados correctos, a menudo refieren dificultad para medicarlos (Jevring 2005). Normalmente, medicar a un gato es más difícil que a un perro debido a su tendencia a escudriñar su alimento y discriminar elementos extraños (Thombre 2004). Además, la menor tolerancia de los felinos a la contención física en comparación con los perros, termina de complicar la administración de medicamentos a los primeros, por vía oral. 

Algunos métodos comúnmente utilizados para conseguir que el gato ingiera el desparasitante son los siguientes: introducir la tableta hasta el fondo de la cavidad oral utilizando los dedos o algún dispositivo, esconder la tableta en una comida altamente palatable, y licuar o pulverizar la tableta para mezclarla con el alimento. Sin embargo, no es de extrañar que en muchos casos estas maniobras no sean del todo exitosas (Thombre 2004, Bennett et. al. 2010). Más aún, la manipulación restrictiva continua puede provocar que el gato se vuelva aún más reacio a tomar la medicación y la relación humano-animal se vea realmente comprometida.

“Los estudios han demostrado que la desparasitación cuatro veces al año no elimina necesariamente las infecciones patentes, mientras que el tratamiento antihelmíntico mensual previene la gran mayoría de las infecciones considerando la biología de los distintos parásitos.”

Por otro lado, la seguridad de la persona que está intentando administrar la medicación también debe ser motivo de preocupación (Bennett et. al. 2010), así como la seguridad física del gato. Se conoce que la medicación sólida puede quedar atrapada en el esófago y causar esofagitis si el gato no bebe tras la medicación (German et. al. 2005, Beatty et. al. 2006). 

 

Implicaciones de una incorrecta administración de los desparasitantes 

La incorrecta administración en los tratamientos tiene repercusiones que ocurren a distintas escalas; desde un nivel individual en el que la salud y bienestar del gato se ven comprometidos, hasta a nivel masivo en poblaciones humanas con la ocurrencia de zoonosis por infestaciones parasitarias, que pueden representar problemas de salud pública (Robertson et. al. 2002, Overgaauw et. al. 2013). Claramente, contar con opciones menos invasivas para medicar gatos sería un importante avance en la práctica de la clínica felina, tanto por la seguridad del animal como por la de médicos y propietarios. Existen datos de que el 60% de los propietarios están dispuestos a pagar más por medicamentos palatables y/o de fácil administración o aplicación (Albers et. al. 2009), de manera que se trata de un tema no solamente necesario, sino además factible. 

Incidencia de parásitos en gatos y frecuencia de desparasitación 

En un estudio realizado hace unos años en Chile, se encontró que el 99% de los gatos estudiados postmortem presentaban algún tipo de infección parasitaria. Además, de las 159 muestras de gatos positivas, en 92 (58%) se encontró más de una especie de parásito (López et. al. 2006). Datos como este alertan sobre la probabilidad de transmisión de parásitos gato-humano, sobre todo considerando que muchos gatos establecen fuertes lazos afectivos con los miembros de las familias (incluyendo niños), y sobre las implicaciones que esto puede tener en salud pública como infestaciones o infecciones emergentes. 

De acuerdo a las pautas de la ESCCAP (European Scientific Counsel Companion Animal Parasites), se ha demostrado que incrementar la frecuencia de las desparasitaciones reduce de forma significativa la prevalencia de animales positivos. Los estudios han demostrado que la desparasitación cuatro veces al año no elimina necesariamente las infecciones patentes, mientras que el tratamiento antihelmíntico mensual previene la gran mayoría de las infecciones considerando la biología de los distintos parásitos. 

Parásitos transmitidos por gatos, algunos con potencial zoonótico. 

 

CÉSTODA

De acuerdo a las pautas de la ESCCAP (European Scientific Counsel Companion Animal Parasites), se ha demostrado que incrementar la frecuencia de las desparasitaciones reduce de forma significativa la prevalencia de animales positivos. Los estudios han demostrado que la desparasitación cuatro veces al año no elimina necesariamente las infecciones patentes, mientras que el tratamiento antihelmíntico mensual previene la gran mayoría de las infecciones considerando la biología de los distintos parásitos. 

Dipylidium caninum. Es un céstodo habitual del intestino delgado del perro y del gato. Presenta como hospederos intermediarios a las pulgas. Los gatos y las personas pueden ser parasitados con D. caninum adulto adquirido por la ingestión de pulgas como vector del cisticerco. Esta zoonosis es rara en las personas y usualmente los más afectados son los niños (Peng et. al. 2017). 

Taenia taeniaeformis. Este céstodo se localiza en el intestino delgado de sus hospederos, se reporta en más de 20 especies de félidos y rara vez parasita al perro. Ratas y ratones fungen como hospederos intermediarios (ESCCAP 2014). Los humanos, ingieren huevos de tenias tras la deposición de heces del gato en la tierra, contaminando frutas y vegetales. También es posible que contraigan la infección a través de agua contaminada (CFSPH 2005). 

NEMÁTODA 

De acuerdo a las pautas de la ESCCAP (European Scientific Counsel Companion Animal Parasites), se ha demostrado que incrementar la frecuencia de las desparasitaciones reduce de forma significativa la prevalencia de animales positivos. Los estudios han demostrado que la desparasitación cuatro veces al año no elimina necesariamente las infecciones patentes, mientras que el tratamiento antihelmíntico mensual previene la gran mayoría de las infecciones considerando la biología de los distintos parásitos. 

Toxocara cati. Es un nemátodo del intestino delgado de los felinos, en especial del gato doméstico. Presenta hospederos intermediarios facultativos como ratas y ratones, entre otros (Okulewicz 2012). Una diferencia entre T. cati y T. canis es, que la primera no se transmite por vía intrauterina y los cachorros sólo se infectan a través de la leche o calostro. Sin embargo, para que esto suceda, la gata se debe infectar de manera aguda en la última etapa de la gestación (CFSPH 2005). Los huevos son muy resistentes a los agentes externos ya que tienen una cubierta muy gruesa y pueden permanecer en el suelo durante años en estado infectante (Rus 2014). La enfermedad es una zoonosis cosmopolita. El hombre, es un hospedero paraténico accidental que se infesta al ingerir huevos embrionados provocándole síndrome de larva migrans ocular o visceral (Kozubsky et. al. 1997). Las larvas migran en sus tejidos y órganos, liberan alérgenos que provocan lesiones mecánicas y una toxocariasis neurológica (Sanchez et. al. 2018). 

Toxascaris leonina. Utiliza como hospedador definitivo tanto a perros como a gatos, aunque es más frecuente en gatos. Es una especie cosmopolita y muestra preferencia por climas fríos. En estado adulto miden alrededor de diez centímetros de longitud. Su ciclo biológico es rápido; en solo una semana completan el ciclo (Sprent 1959). La presencia de este parásito es mayormente observada en animales mayores de seis meses de edad (Okulewicz et. al. 2012). Las larvas de T. leonina pueden invadir el tejido de los animales de laboratorio infectados y se conoce que esta especie es potencialmente capaz de parasitar a los humanos (Despommier 2003). 

Ancylostoma tubaeforme. Habitante parasitario del intestino delgado y es exclusivo del gato (Calvete et. al. 1998, Quiroz 2002). Es frecuente en animales que viven en colectividad en climas cálidos (Manninger et.al. 1970). 

Ancylostoma braziliense. Los nematodos adultos viven en el intestino delgado de perros y gatos. El ciclo inicia tras la eclosión de los huevos en los suelos arenosos y húmedos, por lo general un día después de su expulsión a través de las heces. Una semana después, tras pasar por las tres fases larvarias, los individuos en estadio filariforme -que es el infectante- pueden sobrevivir y ser infectivas por meses. En ese momento pueden ser ingeridos por el perro o gato y comenzar de nuevo el ciclo o pueden infectar a gatos, perros o humanos por vía percutánea (Plascencia et. al. 2013). Este parásito es el principal agente causal de larva migrans (Bowman 2010). 

 “En estos gatos se puede resolver el proceso por autolimitación debido a la muerte natural de los parásitos o bien pueden mostrar síndromes respiratorios agudos como tos, disnea, hemoptisis y vómitos.” 

Capilaria plica. Se localiza generalmente en la superficie de la mucosa de la vejiga de perros y gatos (Wilson-Hanson et. al. 1982). El ciclo de vida de éste parásito no se conoce por completo. Los huevos liberados en la orina no son infecciosos de manera inmediata. Para eclosionar y convertirse en el primer estadio larvario, el huevo debe ser ingerido por un gusano de tierra que figura como un huésped intermediario. El huésped definitivo surge tras la ingestión del gusano de tierra o materia que contenga la larva, probablemente esto sucede accidentalmente durante el grooming. Tras la ingestión de la larva, ésta reside en la pared del intestino por un corto periodo de tiempo hasta que migra a la vejiga. Los huevos usualmente aparecen en la orina dos meses después de la ingestión del primer estadio larval (Osborne et.al. 1995). 

Aelurostrongylus abstrusus. Es un nemátodo pulmonar que afecta generalmente a felinos menores de un año. Las larvas depositan los huevos en el parénquima pulmonar, luego de eclosionar la L1 es quien migra mediante los esputos hacia el tubo digestivo donde es excretada por medio de las heces. En el exterior L1 parasita a moluscos que son los hospederos intermedios; roedores o aves actúan como paraténicos (Taubert et. al. 2009). 

Dirofilaria immitis. Es el parásito causante de la enfermedad de Gusano del Corazón. Principalmente afecta a perros, pero cada vez se reportan más casos en gatos. Es transmitido por diferentes especies de mosquitos pertenecientes a los géneros Culex, Aedes y Anofeles (Jones et. al. 2014). La transmisión de la microfilaria comienza con la alimentación del mosco de un huésped parasitado. La larva infectante se desarrolla en el mosquito y evoluciona de L1 a L3. El mosquito se vuelve a alimentar de un perro o gato sano y deposita la larva en estadio 3. El desarrollo de la L4 se da en el tejido subcutáneo, adiposo o muscular. Del estadio L4 a L5 (adulto inmaduro) transcurren entre 50 y 68 días tras el inicio del ciclo. El adulto inmaduro (L5) entra al torrente sanguíneo y se instala en la arteria pulmonar donde se desarrolla como gusano adulto en los siguientes 99 a 152 días. El ciclo entero toma de 184 a 210 días (Atkins et.al. 2005). 

Muchos gatos no presentan signos clínicos hasta mucho después de la infección. En estos gatos se puede resolver el proceso por autolimitación debido a la muerte natural de los parásitos o bien pueden mostrar síndromes respiratorios agudos como tos, disnea, hemoptisis y vómitos. La muerte súbita en gatos infectados, aparentemente sanos, no es relativamente frecuente a causa de la infección. En la mayoría de los casos la aparición de signos clínicos parece estar relacionada con la muerte natural de los parásitos o por la llegada de vermes pre-adultos (L5) a las arterias pulmonares. La enfermedad de los vermes del corazón felino se reconoce actualmente como un importante síndrome pulmonar que se define como Heartworm Associated Respiratory Disease (HARD). Los signos clínicos asociados a HARD son anorexia, letargia, pérdida de peso, tos, incremento de la frecuencia cardiaca, vómitos, diarrea, ceguera, convulsiones, colapso y muerte súbita (ESCCAP 2012). 

Felícola subrostratus. Pertenecientes al orden de los ftirápteros, los piojos malófagos específicos de gatos domésticos no afectan a otras especies (Estévez et. al. 1992). Gozan de acusada especificidad de hospedero y pasan toda su vida sobre el mismo. En el gato sólo están representados por esta especie (Jubb et. al. 1974). 

Ctenocephalides felis. La pulga del gato es el principal grupo encontrado en perros y gatos, pero puede atacar a otros animales, así como a los humanos. El ciclo de vida de una pulga consiste de cuatro etapas: el huevo, la larva, la pupa y el adulto. Los huevos son depositados sobre una mascota, en el lugar donde duerme o en grietas y ranuras del piso. Luego estos huevos que no cuentan con ningún elemento de fijación, caen en cualquier otro sitio. 

Alrededor de una semana después salen de los huevos las pulgas inmaduras o larvas, que son muy diferentes a las pulgas adultas: tienen la apariencia de gusanos, carecen de patas y no se alimentan de sangre fresca, sino que viven de material orgánico, incluyendo partículas de sangre seca y excremento desechado por las pulgas adultas. Las larvas crecen a su máximo tamaño aproximadamente en 12 días. Posteriormente pasan a la etapa pupal y luego se transforman en pulgas adultas. Las adultas se alimentan de sangre fresca del animal más de una vez al día (ESCCAP 2010). 

Garrapatas. Al menos seis diferentes agentes infecciosos y enfermedades son transmitidas a los gatos por este ectoparásito. Esos agentes infecciosos y las enfermedades se distribuyen entre ocho especies diferentes de garrapatas que comúnmente infestan perros y gatos. Todas excepto una de estas especies son denominadas duras con tres ciclos de desarrollo en el que cada etapa móvil (larva, ninfa y adulto) se alimenta de un huésped diferente. Las especies de garrapatas, la aparición de enfermedades y la actividad máxima de cada etapa de su vida, pueden variar dramáticamente según las condiciones geográficas y climáticas. Adquirir un entendimiento de su distribución, ecología y aparición estacional de los diferentes estadios, puede ayudar con el manejo de las infestaciones y reducir la incidencia de enfermedades transmitidas por este vector en perros y gatos. El control debe basarse en una comprensión y gestión de factores ecológicos responsables de infestaciones de garrapatas y selección de acaricidas (Nayibe et.al. 2016) 

Las parasitosis externas son importantes debido a que pueden causar lesiones cutáneas, inducir una respuesta inmunopatológica, transmitir agentes patógenos y pueden ser zoonóticos o transmitir infecciones zoonóticas (Shaw et.al. 2004). 

Conclusión

 

En primer lugar, es importante enfatizar el hecho de que, debido a diferencias de comportamiento, la medicación en gatos presenta desafíos mayores que en perros, y que la baja tolerancia al manejo y su tendencia a rechazar elementos extraños en el alimento, puede afectar sensiblemente la efectividad de los desparasitantes, con las consiguientes implicaciones de salud pública. 

Resulta fundamental darle la importancia clínica a las parasitosis intestinales de las mascotas y a sus ectores. Su presencia global, su potencial zoonótico y la educación pública, son algunos factores a considerar para reducir riesgos tanto en humanos como en nuestros animales de compañía. De manera más concreta, y desde el punto de vista del manejo clínico, la utilización de medios analgésicos, menor cantidad de restricción física y el uso de alternativas menos invasivas, pueden ser clave para la obtención de mejores resultados en el tratamiento y prevención de las parasitosis en gatos. 

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Parasitosis en gatos y la factibilidad de los tratamientos.

PALABRAS CLAVE > Parasitosis > ectoparásitos > endoparásitos > zoonosis > nemátodos 

MV M en C. Felipe Bedoya¹

MVZ. Samantha Hay-Parker Freyermuth 

¹Technical Manager 

Companion Animal Business Segment 

Boehringer Ingelheim 

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Introducción

 durante el manejo clínico. Los gatos en cambio, experimentan altos niveles de ansiedad y miedo cuando son forzados a salir de su área de confort. Aunque los perros también experimentan cierto nivel de ansiedad, el riesgo de escape o de ataque durante o a consecuencia del manejo es mucho mayor en el caso de los felinos (Overall et.al. 2005). Aquellos gatos que han sido expuestos a procedimientos dolorosos en las visitas al veterinario, mostrarán aún más miedo y ansiedad en las visitas subsecuentes, anticipando el dolor (Sivén et al 2017). 

Los gatos son hospederos habituales de diversos parásitos durante alguna o varias etapas de su ciclo de vida. Esto, en sí mismo, representa una fuente de infecciones zoonóticas de importancia para la salud pública. En este trabajo analizaremos el problema de la baja efectividad de los tratamientos desparasitantes asociada a las dificultades inherentes al manejo clínico, y haremos un recuento descriptivo de los diferentes tipos de parasitosis en gatos. 

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