Distemper canino, infección viral multisistémica, que produce síndromes clínicos neurológicos: Una revisión actualizada.
Canine distemper, a multi-systemic viral infection which produces neurological clinical syndromes: an updated review.
PALABRAS CLAVE > Distemper canino > Infección viral multisistémica > Síndromes clínicos neurológicos > Diagnóstico > Prevención > Tratamiento.
KEY WORDS > Canine Distemper > Multi-systemic viral infection > Neurological clinical syndromes > Diagnosis > Prevention > Treatment
Dr. Manuel Emilio Bolio González1*, PhD. Roger Iván Rodríguez Vivas ,
Dr. José Alberto Rosado Aguilar , PhD. Edwin José Gutiérrez Ruiz,
Dr. Eduardo Gutiérrez Blanco, PhD. Juan Felipe Torres Acosta,
Dr. Armando Jacinto Aguilar Caballero, PhD. Antonio Ortega Pacheco.
1Cuerpo Académico de Salud Animal, Departamento de Salud Animal y Medicina Preventiva, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Campus de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, Universidad Autónoma de Yucatán.
*Correspondencia: bgonza@correo.uady.mx
Resumen
Se presenta una revisión actualizada sobre la enfermedad viral Distemper canino, donde se describen las últimas publicaciones en relación a las características de la enfermedad, los signos clínicos comunes y otros asociados a la enfermedad, así como los diferentes métodos de diagnóstico y terapéutica. Distemper canino sigue siendo una enfermedad de importancia en la clínica de perros, puesto que presenta signos clínicos atípicos y que a pesar de los diferentes métodos de diagnóstico y protocolos de vacunación establecidos, la morbilidad y mortalidad siguen siendo elevadas y no existe un tratamiento específico contra la enfermedad.
Abstract
An updated review on the viral disease canine Distemper is presented. We described publications on the main characteristics of the disease and other clinical signs associated to the disease, different methods of diagnosis and treatments. Canine Distemper is still a disease of clinical importance in dogs, as they present atypical clinical signs, and despite of different diagnostic methods and established vaccination protocols, morbility and mortality are still elevated and currently, there is no specific treatment against the disease.
Introducción
La historia del Moquillo canino se remonta a Ulloa quien observó (1735), la enfermedad en Ecuador y Perú; Carré (1905), encontró “un agente filtrable” en las descargas nasales serosas de perros enfermos de Moquillo canino; Ligniéres (1906), ratificó los hallazgos de Carré; Dunkin y Laidaw (1926), confirmaron su naturaleza viral. Está estrechamente relacionado con los virus del Sarampión y la Peste bovina. Asimismo, Jenner (1809), escribió uno de los primeros artículos científicos sobre Moquillo canino resaltando que la enfermedad era desconocida en Europa antes de la primera mitad del siglo XVIII, reconoció su naturaleza infecciosa y su transmisión por fómites (Calzada Nova y Vázquez Manríquez, 2020a).
“Por lo anteriormente expuesto, el trabajo de revisión tiene como objetivo presentar datos de publicaciones actualizadas sobre la enfermedad, diagnóstico y terapéutica. ”
Distemper, Moquillo en perros, o Enfermedad de Carré, ha sido descrita en diferentes publicaciones como una patología multisistémica y letal en cánidos (Céspedes et al., 2010; Pinotti et al., 2016; Rebollar-Zamorano et al., 2020). Es producida por un virus que tiene la particularidad de ser linfotrópico y altamente inmunosupresor, que presenta una gran diversidad y variedad de signos clínicos digestivos, respiratorios y neurológicos, en perros y otros canidos, ha sido encontrado también en células del tracto urinario, endocrino, tejido nervioso, linfoide, en fibroblastos, queratinocitos, y en células bronquiales, endoteliales y neuroectodermales (Carvalho et al., 2012).
En la actualidad varias publicaciones mencionan a los llamados síndromes clínicos neurológicos y que su presentación, dependerá de la localización de la lesión producida por el virus (sitio de infección en el sistema nervioso), y de otros factores asociados al animal (Beineke et al., 2015; Pellegrino, 2015).
Por lo anteriormente expuesto, el trabajo de revisión tiene como objetivo presentar datos de publicaciones actualizadas sobre la enfermedad, diagnóstico y terapéutica.
Características del virus
El causante del Distemper en perros, es un virus de gran tamaño, muy estrechamente relacionado con los del Sarampión y Peste bovina, corresponde al orden de los Mononegavirales, de la familia Paramyxoviridae y del género Morbillivirus, que produce una infección clínica multisistémica con altos índices de morbilidad y mortalidad en animales de todas las edades, aunque descrita principalmente en jóvenes. Está compuesto por ARN monocatenario de polaridad negativa, con nucleocápside helicoidal rodeada de una envoltura lipoproteica que contiene proteínas como la hemaglutinina (H), de fusión (F) y de matriz (M), que participan en los mecanismos de infección y replicación, que determinan su tropismo, afectando órganos del tejido linfoide, respiratorio, entérico y nervioso (Céspedes et al., 2010; Elia et al., 2015; Pinotti et al., 2016; Duque-Valencia et al., 2019; Rendon-Marin et al., 2019).
Su constante eliminación por medio de secreciones, exudados y fluidos corporales, le permite que se disemine rápidamente en los animales infectados, antes de manifestar signos asociados a la enfermedad. Las principales vías de infección son los exudados respiratorios y conjuntivales (Pratakpiriya et al., 2017; Torres et al., 2017; Mondino et al., 2019). La infección sistémica se inicia por la inhalación del virus, por medio de gotas de aerosol que penetran por la nariz, pasando a los ganglios linfáticos locales, donde se disemina, llega a la sangre y se replica en los macrófagos de las vías respiratorias bajas y en el tejido linfoide asociado, y de ahí a todo el organismo del animal (Carvalho et al., 2012; Pratakpiriya et al., 2017).
El virus desarrolla varios mecanismos rápidos que neutralizan y evaden la respuesta inmune antiviral innata y adaptativa, los fenómenos desarrollados le permiten utilizar células inmunes para viajar a órganos linfáticos secundarios como el bazo, nódulos linfáticos y tejido linfoide asociado a mucosas; el virus se disemina hacia otros tejidos, donde ocurre una invasión y se producen lesiones nerviosas crónicas progresivas (Céspedes et al., 2010; Pinotti et al., 2016).
Linajes del virus
En relación a los linajes del virus en el mundo, en Europa, 3 han sido descritos en Italia (Mira et al., 2018), denominado Europe, estos son, Europe-1/South América-1, Europe WildLife y Artic-like, los mismos autores, indican que ante los diversos linajes encontrados, sería conveniente establecer las características epidemiológicas de la infección para cada uno de los lugares de su presentación, sobre todo ante la gran morbilidad y mortalidad que representa el virus para la salud de los perros. En Asia, Liu et al. (2019), estudiaron el gen H del linaje del virus Asia-1, para comprender mejor el comportamiento del mencionado linaje en China.
En América del sur, en Colombia, Duque-Valencia et al., 2019, reportaron que los linajes, South America-3, South America y North America-4, están circulando en los perros del área metropolitana de Medellín, los mismos autores señalan que en la actualidad a nivel mundial se han reportado alrededor de 19 linajes del virus del Moquillo en perros. Otros autores en Argentina (Pinotti et al., 2016), en la ciudad de Santa Fe, mencionan que durante los años 2000 y 2010, se aislaron 13 cepas autóctonas del virus del Distemper canino.
Signos clínicos
Sobre los signos clínicos, el virus del DC comparte similitudes con los cambios neuropatológicos de enfermedades desmielinizantes humanas, como por ejemplo, con la “Esclerosis Múltiple” (EM), es así, que Médicos neuropatólogos como Scherer (1994), describe que el DC es la “Esclerosis Múltiple Aguda de los caninos”, por esta razón, la enfermedad, ha sido utilizada como modelo de experimentación para la EM (Mondino et al., 2019).
Por lo que se refiere a la fase aguda del DC, esta presenta generalmente cuadros clínicos respiratorios, entéricos y nerviosos (tabla 1), y para a fase crónica, se presentan los mismos signos clínicos, pero con lesiones inmunomediadas, donde el virus muestra su potencial linfotrópico e inmunosupresor. La enfermedad en forma leve, se asocia con fiebre, anorexia transitoria, depresión y conjuntivitis serosa; en la forma multisistémica, ocurren secreciones oculares y nasales serosas, diarrea, vómitos, tos seca, convulsiones, hiperestesia y cambios de conducta (Elia et al., 2015; Soto et al., 2018).
Tabla 1. Cuadros y signos clínicos para Distemper canino.
Posteriormente se produce ataxia, paraparesia, tetraparesia y fenómenos motores nerviosos, además de otros signos asociados a la forma clínica crónica, como coriorretinitis, neuritis óptica, queratoconjuntivitis, hiperqueratosis nasal y digital, pero también están descritos abortos, nacimientos de cachorros débiles y se señala que la clínica neurológica en animales jóvenes, puede ser variable (Carvalho et al., 2012; Soto et al., 2018; Rendon-Marin et al., 2019).
Durante la infección los perros enfermos siguen expulsando virus y se reporta en varias publicaciones que también es el causante clínico de la enfermedad denominada, “Encefalitis del perro viejo” (Pellegrino, 2015; Pinotti et al., 2016; Rendon-Marin et al., 2019).
En lo referente a la Encefalomielitis desmielinizante esta se asocia con una pérdida selectiva de la vaina de mielina, acompañada de diferentes grados de cambios espongiformes en el interior de la sustancia blanca lesionada. También se han descrito diferentes niveles de infiltración mononuclear en los espacios perivasculares y en el parénquima nervioso, así como varios grados de reactividad de las células gliales. Se han considerado mecanismos inmunopatogénicos dirigidos hacia antígenos propios como causa de la progresión del proceso desmielinizante (Pellegrino, 2015; Mondino et al., 2019).
Pellegrino (2015), señala que las manifestaciones clínicas neurológicas de la enfermedad en perros, han sido reconocidas como síndromes clínicos, estos incluyen a la “Encefalomielitis en perros inmaduros”, “Encefalomielitis multifocal en perros maduros”, “Encefalitis del perro viejo y “Encefalitis posvacunal”, sin embargo, también se han descrito otras presentaciones clínicas, aunque menos comunes, estas son, “Polioencefalomalacia”, “Encefalomielitis crónica recidivante”, “Encefalopatía aguda”, “Encefalitis aguda”, “Polioencefalitis con cuerpos de inclusión” y la “Encefalitis necrotizante atípica de los cachorros” (tabla 2), estas presentaciones clínicas neurológicas, dependerán en gran medida, de los sitios donde se localice la lesión producida por el virus.
Otros autores, reportan en publicaciones, que la infección viral podría estar localizada en áreas corticales y núcleos del tronco encefálico y que las regiones del SNC más frecuentemente afectadas por la desmielinización son la sustancia blanca del cerebelo, la región periventricular (especialmente alrededor del cuarto ventrículo), los tractos ópticos y la médula espinal.
De igual forma, estudios desarrollados sobre la patogenia de la leucoencefalitis desmielinizante producida por el virus del DC han demostrado que su desarrollo es un evento bifásico, que presenta una fase inicial aguda, en la que el daño es producido por la acción directa del virus, y otra crónica, la cual ocurre a expensas de un proceso inmunopatológico (Machado et al., 2013; Spitzbarth et al., 2016. Mondino et al., 2019).
Tabla 2. Signos y síndromes clínicos neurológicos para Distemper canino.
Diagnóstico
Para los métodos de diagnóstico que han sido empleados para DC, la historia clínica del paciente (animal vacunado o no, edad, etc.), examen físico general, signos clínicos (respiratorios, digestivos y neurológicos), epidemiología de la enfermedad (factores de riesgo: convivencia con otros animales, ambiente, etc.), y debe de ser acompañado de pruebas de laboratorio, biometría hemática (con revisión de frotis de sangre periférica en busca de cuerpos de inclusión en células mononucleares), química sanguínea, pruebas de gabinete (Rayos x de campos pulmonares), impronta corneal (para observar cuerpos de inclusión), pruebas de ensayos rápidos para antígenos de DC (Rapid CD ag Test Bio Not), cultivo de líneas celulares, inmunofluorescencia directa, pruebas de ELISA, RT-PCR y MinION (Oxford Nanopore Technologies, Oxford UK) (Linares et al., 2010; Elia et al., 2015; Mira et al., 2018; Gómez da Costa et al., 2019; Peserico et al., 2019; Calzada Nova y Vázquez Manríquez, 2020b; Rebollar-Zamorano et al., 2020).
Otros autores (Athanasiou et al., 2018), evaluaron el diagnóstico del virus del DC mediante las pruebas de inmunofluorescencia directa (IFD), citología de células de la conjuntiva para la detección del virus, y el ensayo de PCR como prueba de oro, los autores encontraron una buena concordancia entre la IFD (valor de kappa de 0.833), mientras que la concordancia para la citolología y PCR, fue pobre (valor de kappa de 0.164).
Por su parte, Wang et al. (2018), desarrollaron una prueba de PCR duplex de un solo paso (one-step dPCR) para el diagnóstico simultáneo de los virus del DC y Coronavirus canino, esta demostró ser altamente sensible, específica, rápida y que requiere de menos reactivos cuando es comparada con otras pruebas de PCR para el diagnóstico de estos dos virus en perros.
Tratamiento
En relación al tratamiento, Cespedes et al. (2010), reportan el empleo de dos tratamientos con antivirales, estos fueron la Azatioprina y la Ribavirina, para el primero, debido a su farmacodinamia, el efecto antiviral fue cuestionado y para el segundo, solo se pudo demostrar su efecto in vitro sobre el virus, y que para minimizar el daño inicial sobre la mielina, se deben de emplear antioxidantes, vitaminas E, del complejo B y A.
Por otra parte, Delucchi et al. (2017), probaron en perros con diarrea por DC, probióticos como apoyo para la modulación de la respuesta inmune en pacientes asociados con la patología.
Por otro lado, diferentes publicaciones señalan que se han probado otros tratamientos alternativos como el extracto de leucocitos dializado, células madre, nanopartículas de plata, etc., con resultados variados. Y que a pesar de todos los reportes revisados, se menciona que para pacientes afectados por el virus, de preferencia, mantenerlos en cuarentena para evitar el contagio hacia otros animales, que permanezcan bajo vigilancia médica, se les administre antibióticos (de amplio espectro) para combatir infecciones secundarias, instaurarles terapia de fluidos (en caso de vómitos y diarreas, para evitar deshidratación), administrarles mucolíticos y expectorantes para los procesos respiratorios.
De los reportes actuales, Xue et al. (2019), en un estudio, emplearon el Favipiravir in vitro contra el virus del DC, y observaron que resultó ser eficaz, porque inhibe la replicación del virus y señalan que este tratamiento se presenta como un candidato para su uso contra la enfermedad.
Prevención y control
En lo que se refiere a la prevención de la enfermedad, la aplicación de vacunas de virus atenuados para el control de DC son recomendadas para animales jóvenes, en esquemas desde las 6-12 semanas de nacidos y deberán de repetirse al menos dos veces al año (Torres et al., 2017; Rubio et al., 2018). Se sugiere vacunar animales adultos una vez al año de por vida, dada la presentación atípica del virus en estos perros y los geriátricos (Rubio et al., 2018; Soto et al., 2018; Rebollar et al., 2020). Otra consideración para el control de la enfermedad, es que se deberían de emplear protocolos de vacunación para cada zona o región (según el linaje y la epidemiología del virus), ya que con esto, se podría reducir la presencia del virus en las poblaciones de perros (Torres et al., 2017; Rubio et al., 2018; Soto et al., 2018). Además, Pinotti et al. (2019), agrega, que aunque se trata de una enfermedad controlada con vacunas vivas atenuadas, y que todavía existen reportes de brotes de Distemper canino en todo el mundo.
Conclusiones
Distemper canino sigue siendo una enfermedad de importancia en la clínica de perros ya que presenta cuadros clínicos atípicos y síndromes neurológicos. A pesar de los diferentes métodos de diagnóstico existentes y protocolos de vacunación establecidos, su morbilidad y mortalidad son elevadas, y no existe tratamiento específico contra la enfermedad.
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