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Los gatos no son perros pequeños “Desde el punto de vista dermatológico”

Revisión Bibliográfica.

PALABRAS CLAVE >  Dermatitis > prurito > dermatología > revisión bibliográfica

Porfirio Trápala Arias.

Médico Veterinario en Ciencias Animales.
Diplomate Latin American College Dermatology Veterinary.

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Introducción

Durante algún tiempo, la dermatología felina ha sido la “cenicienta” de las enfer-medades de la piel en animales de compañía,  un poco más que una extensión de la dermatología canina. Los temas de felinos eran casi los últimos en los progra-mas de las conferencias y se entregaban al presentador menos importante. Esto ha cambiado rotundamente ya que en la actualidad existen congresos especiali-zados en esta especie. Esto pasaba y era comprensible porque vemos mucho más perros que gatos con problemas dermatológicos. Sin embargo, vemos muchos más gatos que caballos y la dermatología equina ha ocupado en los últimos años grandes secciones de conferencias internacionales incluso en la impresión de libros especializados. Los caballos son valiosos, pero los gatos sin duda son un gran complemento. Otra razón por la que vemos menos gatos es que los perros son mucho más extravagantes en su manera de manifestar el prurito.

 

Despiertan a sus dueños con el ruido de sus rascados o chupándose las manos sin cesar y algunos golpeando las camas de tanto frotarse. En cambio los gatos son mucho más reservados. Después de todo, cuando me gradué de la escuela de veterinaria, la alopecia felina se consideraba una enfermedad endocrina, en lugar de una limpieza excesiva dentro del armario. Ahora sabemos que es un patrón de reacción cutánea. 

Aunque he mencionado que la dermatología felina ha sido poco más que una extensión de la dermatología canina, se han tomado medidas para remediar esto. Danny Scott, eleminente dermatólogo estadounidense, publico tres mo-nografías sobre dermatología felina. (Scott, DW 1980, 1987 y 1990). La perspectiva europea del gato ha sido escrita por Guaguere y Prelaud con su guía práctica de dermatología felina publicada en 1999. En el  Congre-so Mundial de Dermatología  llevado a cabo en  Hong Kong tuvo un lleno completo en las conferencias sobre temas de dermatología felina. Sin embargo, en compa-ración con el espacio y el examen detallado dado a la enfermedad de la piel equina, los temas felinos en su mayor parte fueron listados muy superficialmente, pre-sentando las enfermedades en relación con las partes del cuerpo: dermatosis faciales, trastornos pinnales y enfer-medades de las patas  y uñas . No hubo una exploración sistemática de la dermatología felina o las formas en que los gatos difieren de los perros en términos dermatológi-cos. Parte de esta revisión bibliográfica es examinar al-gunas de estas diferencias entre estas dos especies desde un punto de vista dermatológico.

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¿Por qué vemos menos casos dermatológicos en gatos que en perros?

La población de gatos en los E.U. Es aproximadamente un 25% ma-yor (67 millones de perros frente a 84 millones de gatos) entonces ¿Por qué hay menos casos dermatológicos de felinos? Los dermatólogos somos una especie peculiar ya que tenemos

que ser unos grandes detectives. 

Los gatos ocultan muchos sus signos clínicos debido a su naturaleza normal-mente equitativa y creo que una de las razones por la que vemos menos gatos que perros es que no nos alentamos demasiado. Como dermatólogo, ¿por qué querrías involucrarte en el tratamiento de un gato para la enfermedad de la piel?. Las enfermedades de los gatos parecen tener una de las cuatro presenta-ciones: dermatitis miliar, alopecia autoinducida, placa eosinofílica o excoriaciones ulceradas. Además, los gatos tienen pocas presentaciones relacionadas con la raza, a excepción de los persas de cara sucia, que los dermatólogos pueden usar como marcadores útiles para la enfermedad. 

Algo que es muy importante, los gatos pasan en cues-tión de minutos de no tener ninguna enfermedad o  una enfermedad leve a  una exudación y excoriaciones con sangre. En ellos no existe una etapa intermedia y tam-poco meses de enfermedad crónica o de bajo grado. 

Debido al enfoque secreto del gato con prurito, las historias de los propietarios con problemas dermato-lógicos felinos son casi inútiles. 

Puedes pedirle al dueño de un perro con cierta expectativa de precisión que evalúe el prurito de su animal. Esta eva-luación a menudo forma la base de la parte de "respues-ta al tratamiento" del procedimiento de diagnóstico y es una piedra angular de la dermatología canina. Entonces   ¿De qué sirve preguntarle al dueño de un gato cuando ni siquiera sabe que su animal es pruriginoso?. Y ese animal normal puede volverse intensamente anormal tan rápido. Y finalmente,  el horror de los horrores es cuando haces un diagnóstico y el gato es imposible de encontrar-lo porque sale de la casa. Ahora viendo este panorama es inaceptable para los dermatólogos mandar nuestro sello distintivo a los clientes que es casi siempre  una colec-ción de tabletas de colores, blancas, verdes, amarillas y rosadas. Los dueños de gatos simplemente no aceptarán esto porque saben que ni siquiera pueden dar una pastilla a su mascota.

Eso es frustrante para los dueños de gatos. Muchos veterinarios han creado ideas maravillosas para disfrazar los medicamentos pero los gatos de este siglo ya saben todas las artimañas que utilizamos los veterinarios y muchas veces tenemos que utilizar medicamentos de largo alcance.

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Figura 1. Gato con lesiones costrosas en el cuello y cara por Dermatitis Atópica Felina.

Por lo tanto, los gatos se presentan con menos frecuen-cia que los perros por problemas de piel. ¿Podría esto significar  además del hecho de que no los alentamos a visitar, que tienen menos enfermedades de la piel que los perros? pareciera que sí, particularmente ahora que los buenos métodos de control de pulgas han redu-cido la incidencia estacional de la dermatitis alérgica por picadura de pulga y otras enfermedades ectoparasitarias. Ciertamente, en la práctica de la derivación, la sensibi-lidad a las pulgas y la irritación de las pulgas surge con mucha menos frecuencia de lo que solía ser, tanto en ga-tos como en perros. Para los gatos, gran parte de su hi-persensibilidad se relaciona con ectoparásitos, y mucho menos como resultado de una enfermedad atópica. Una encuesta de finales de 1980 encontró que las presenta-ciones de pulgas y otros ectoparásitos representaban más del 30% de las dermatosis felinas, mientras que la atopia era inferior al 5%. (Scott y Paradis, 1990). Ahora sabe-mos que el síndrome atópico y las alergias alimenti-cias son otras hipersensibilidades también frecuentes en los gatos.

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La enfermedad atópica canina es una presentación clínica bien descrita que generalmente se reconoce fácilmente, con ciertas razas con predisposición genética.

 

Por lo general, involucra partes específicas y predeci-bles del cuerpo como: orejas, cara y pies y ocurre en-tre la edad de 1 a 3 años. Las pruebas para identificar los alérgenos causantes de la alergia son relativamente sencillas ya sea con pruebas intradérmicas o con sero-logía de IgE.  En cambio la dermatitis atópica felina "Catopy", hay  pocos parámetros clínicos consisten-tes. Un artículo reciente  intentó establecer si una de las cuatro presentaciones clínicas podría usarse como marcador de enfermedad atópica. Encontraron que ade-más, la identificación de alérgenos en la atopia felina está llena de problemas.

Figura 1. Felino con Hiperadrenocorticismo nótese el abdomen pendulante y la alopecia bilateral. Foto: Cortesía Pascal Prelaud (Francia).

La dificultad de las pruebas intradérmicas de los gatos ha llevado a un enfoque en el que inmediatamente después de la prueba inyectaban un tinte oftálmico de fluoresceína y luego leían la prue-ba bajo una luz UV. Aunque esto ayuda, hace que todo el régimen de pruebas intradérmicas sea más engorroso y laborioso en esta especie. En el  congreso mundial en Hong Kong, Doug DeBoer presentó un póster que mos-traba que los gatos normales tenían serología de IgE tan variable como los gatos hipersensibles. La IgE felina es mucho más problemática que los perros.

Pero en el 2005 se demostró la presencia de IgE específica al ácaro del polvo en gatos normales y gatos con una enfermedad alérgica (K. Taglinger et al, Immunology and Immunopathology 105). En el 2009 se escribe la relevancia de la IgE en las alergias en gatos (Carol R. Vet Immunology and immunopathology 105), y hasta el 2012 se escribió un artículo sobre los factores que afectan la IgE especifica en gatos (S.Belanova.The Canadian of Veterinary Research). En el 2010 se escriben los criterios de Favrot para el diagnóstico de la dermatitis atópica canina y paralelo este mismo autor establece los criterios diagnósticos frente a una enfermedad alérgica en los gatos (Favrot, Vet Dermat, 2010).

En el año 2014 se publica un estudio retrospectivo de 45 casos de gatos con  dermatitis atópica felina (2001-2012) donde el 57% de estos gatos tuvieron una buena respuesta a la inmunoterapia alérgeno especifica (Philip A. Ravens, Vet Dermat,2014).

 

Los gatos tienen una incidencia mucho menor de enfer-medad cutánea relacionada con el sistema endocrino. El hipotiroidismo,  es el favorito en la dermatología canina, es prácticamente desconocido en los gatos, excepto después del tratamiento para el hipertiroidismo. Del mismo modo, el hiperadrenocorticismo es poco frecuente en el gato.

 

En una encuesta realizada por Scott y Paradis, esas dos enfermedades endocrinas representaron el 6.1% de las dermatosis caninas y no representaron en abso-luto a las dermatosis felinas.

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Figura 3. Dermatitis miliar en un gato por alergia a la picadura de la pulga.

En la actualidad no hay demasiados artículos de hipotiroidismo en gatos so-lamente: Rand Js, et al, Vet Internal Med.1993, Blais SL et al. J Feline Med Surg, 2010 y Galgoro M et al, J Vet Intern Med, 2014 y en el 2015 se reporta el primer caso de un gato con hipotiroidismo que presentaba signos clínicos de un gato aburrido, letargia, estatura pequeña, pelo desaliñado con 12 meses de edad y que respondió favorablemente a la administración de levotiroxina (Mark Peterson, Journal of Feline Medi-cine and Surgery, 2015).

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Figura 4. Lesión anular por Dermatofitosis en un persa.

¿Los gatos tienen pioderma superficial?

Se puede pensar que una de las razones por las que vemos menos gatos que perros es porque no tienen piodermas superficiales o profundas tan a menudo como en los perros. Sin olvidar que los abcesos por mordidas entre gatos son mucho más frecuente en esta especie que en los perros. Ciertamente, este punto de vista ha sido promovido por algunos dermatólogos respetados. En cierto nivel esto puede ser cierto, la piel del gato proporciona una mejor función de su ba-rrera epidérmica que la piel de un perro que tiene una mayor predisposición a pliegues húmedos, superficies de contacto  y foliculitis bacterianas. Sin embargo, hay evidencia de que cuanto más se mire la piel, más probable será que encuentre evidencia de pioderma superficial.

 

Hasta el día de hoy los estudios en la ba-rrera cutánea son muchísimos más en la dermatología de los perros y hasta el momento no existe ningún es-tudio de la disfunción de la barrera cutánea en gatos.

En el 2007, Linda Vogelnest presentó una serie de 27 casos de pioderma superficial en gatos, así como una revisión de la literatura. Estos 27 casos representaron el 25% de los 108 gatos que su servicio de referencia de dermatología había visto desde enero de 2004 hasta enero del 2007. El diagnóstico de pioderma bacteriana superficial se basó en las lesiones clínicas consistentes con pioderma y evidencia citológica de neutrófilos y bacterias intracelulares (fagocitosis) en la superficie de la piel. Esta es una prevalencia mucho más alta que el 2-4% reportado previamente en la práctica de la deriva-ción dermatológica.

El prurito fue una característica muy consistente de este estudio y se informó en más del 90% de los casos, y los propietarios lo calificaron de moderado a severo en más del 80% de los casos. Esto está en marcado con-traste con informes anteriores donde el prurito era una característica menos constante de la pioderma felina. Se sospechaba que la enfermedad subyacente primaria era una hipersensibilidad en casi el 90% de sus casos, y se diagnosticaba como dermatitis atópica en aproximada-mente el 56%, hipersensibilidad a las pulgas en el 23,3% y reacción adversa a los alimentos en el 3,7%. En el 15% de los casos no hubo diagnóstico firme. Los 15 gatos con prurito severo tenían una hipersensibilidad subyacente y 10 de ellos tenían atopia. Por lo tanto, en los gatos, como en los perros, la infección bacteriana, ya sea en forma de sobrecrecimiento bacteriano o como pioderma bacteria-na superficial, es una secuela importante de la atopia, y a menudo agrega su propio nivel de prurito similar a lo sucede en perros.

 

De la revisión de la literatura que hizo Vogelnest, descu-brió que no se informan criterios de diagnóstico claros para la pioderma felina, pero se ha propuesto basar un diagnóstico en hallazgos citológicos, con neutrófilos y bacterias intracelulares presentes igual que en el perro. La biopsia de piel "es una herramienta a menudo des-cuidada pero valiosa para el diagnóstico de pioderma canina" (Hodgson, 2007)  y que sería igualmente útil en el diagnóstico de pioderma felina. Vogelnest descubrió que las lesiones de la pioderma superficial felina eran con frecuencia multifocales (aproximadamente 78%) y con mayor frecuencia en la cara, el abdomen ventral y en el cuello.

 

Las lesiones no específicas que se informaron con ma-yor frecuencia se incluyeron alopecia, úlceras y eritema, con poca presencia de pápulas y pústulas ausentes. Esto está muy claro con la situación de los perros. También contrasta con informes anteriores sobre la pioderma fe-lina que indicaban que la presentación más común de la pioderma es una erupción pápular con costra (dermatitis miliar) sobre la cabeza y el cuello, o sobre el dorso( Scott et al 2001).

 

Varios estudios en la revisión de la literatura analizaron aislamientos bacterianos de piel felina normal y anor-mal, la mayoría utilizando hisopos estériles para cultivo de Staphylococcus spp, tanto coagulasa positivo como coagulasa negativo y fueron los más comúnmente im-plicados, seguidos de Estreptococos y Pasteurella. Sin embargo en la mayoría de los estudios no especificaron si había pioderma juzgada por la citología o la histopa-tología. Por lo tanto, los resultados del cultivo pueden haber reflejado en parte la flora bacteriana cutánea feli-na normal, y no necesariamente las especies patógenas asociadas con la pioderma felina. Ahora sabemos que el Staphylococccus pseudintermedius es el principal res-ponsable de los piodermas en gatos y perros.

En los casos de Vogelnest, se identificaron cocos in-tracelulares en todos los gatos. Había bacilos intrace-lulares también en cuatro gatos. Se usó una variedad de antimicrobianos para tratar la pioderma, y la mayo-ría fueron efectivos, aunque aproximadamente el 15% de los casos respondieron mal y aproximadamente el 44% fueron recurrentes.

 

La relevancia clínica es que la pioderma es más co-mún en dermatología felina de lo que esperamos, y siempre debe verificarse y tratarse, especialmente en casos con prurito severo. Debe sospecharse una hi-persensibilidad subyacente. Los gatos comparten esta característica con los perros.

Los gatos son más susceptibles a las infecciones por hongos

Los dermatofitos son hongos que tienen la capacidad de invadir estructuras queratinizadas, como las capas superficiales de la piel, el pelo y las uñas; causan-do una infección cutánea superficial que llamamos dermatofitosis. Si bien los gatos pueden ser menos propensos a las infecciones bacterianas, parecen ser particularmente más propensos a la dermatofitosis (Moriello, 2009) con más del 90% de las infecciones atribuidas para Microsporum canis. La Malassezia spp aunque es del reino fúngico, es una levadura y tiene un estilo de vida muy diferente al igual que su reproducción sexual (hongos esporulados, yemas de levadura) y su forma de infectar la piel. Malassezia spp utiliza el microclima alterado de la piel causado por otras enfermedades para "crecer demasiado" de la misma manera que lo hacen las bacterias. Las enfermedades primarias que causan aumento en la humedad, alteración de los lípidos de la superficie alteración del estrato córneo le dan a la  Malassezia spp el punto de apoyo que necesita y la susceptibilidad a la infección que le permite crecer demasiado.

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Figura 5. Paciente felino con lesiones en cara por herpesvirus. Foto cortesía: Favrot.

Dado que Malassezia pachydermatis es lipofílica, cualquier enfermedad que aumente los lípidos de la su-perficie, como una enfermedad seborreica, es particu-larmente útil. Un hongo como M.canis, aunque utiliza factores del huésped que comprometen la inmunidad, infecta a través del contacto, ya sea de animal a animal o del medio ambiente. Una vez más, la función de la barrera de la piel felina los protege de la mayoría de las infecciones por Malassezia spp pero le permite vol-verse susceptible a la infección por Microsporum spp. Esta es una gran diferencia entre gatos y perros.

La dermatofitosis no solo es más común en gatos que en perros, si no que puede ser pruriginosa o no pruriginosa, sintomática o asintomática. En los gatos, las característi-cas clínicas de la dermatofitosis felina varían considera-blemente y la enfermedad puede imitar cualquier patrón de reacción o enfermedad, incluso la del pénfigo foliáceo (Gross et al, 2005, 411). Debido a que este dermatofito bien adaptado generalmente induce una respuesta míni-ma del huésped en el gato, los portadores no aparentes son comunes, especialmente en gatos persas y otras razas de pelo largo. Por esta razón, Microsporum canis debe estar en la lista diferencial para cada presentación der-matológica en los gatos y los cultivos de hongos deben ser parte de nuestro trabajo (DeBoer y Moriello, 2009) mencionaron que  la lámpara de Wood no es diagnóstica y que se necesita de la prueba Gold Estándar que es el cultivo micológico. Hoy día sabemos que la Lámpara de Wood es una herramienta para darle continuidad y segui-miento a los casos positivos así como poder obtener los pelos que florecen para hacer el cultivo y una tricografía.

 

Habiendo dicho que los gatos son menos propensos a Malassezia que los perros, necesito mencionar y re-cordarles que los gatos contraen Malassezia, particu-larmente con relación a neoplasias subyacentes u otra enfermedad interna grave. Un estudio en el 2002 ana-lizó retrospectivamente 550 muestras de histopatología felina y encontró levaduras de Malassezia en el estrato córneo de la epidermis (14/15) o en el infundíbulo foli-cular (2/15). Esto significa que Malassezia se encontró en menos del 3% de las biopsias felinas. 

De particular interés fue que el 73% de los gatos fue-ron sacrificados o murieron dentro de los dos meses posteriores a la biopsia. Así que encontrar organismos de levadura en muestras histopatológicas de gatos con enfermedad de la piel generalizada es un marcador de enfermedad interna grave. En este estudio se observó alopecia paraneoplásica en 7/15 de las muestras.

 

Curiosamente, este estudio no se encontró Malassezia en asociación con trastornos alérgicos felinos, que se estima que forman al menos el 75% de las 550 biopsias de piel. Mencionan que esto está en contraste con la situación del perro donde la infección por M.pachydermatis se obser-va comúnmente en asociación con atopia canina u otros trastornos de hipersensibilidad  (Mauldin y otros, 2002). Los autores comentan que la histopatología es un méto-do insensible para encontrar organismos de levadura y que quizás se encontrarían poblaciones más pequeñas de levadura con frotis de impresión o con cinta adhesiva.

 

Esto se confirma en un estudio posterior realizado en 2007 por Ordeix et al., Donde se encontró que una serie de 18 gatos alérgicos tenían sobrecrecimiento de Ma-lassezia spp multifocal; 16 gatos tenían dermatitis ató-pica, 1 tuvo una reacción alimentaria adversa y uno fue sacrificado sin diagnóstico. El crecimiento excesivo de Malassezia se asoció con alopecia multifocal, eritema, costras y escamas adherentes y grasientas.

 

El criterio para el diagnóstico de sobrecrecimiento de Malassezia fue el hallazgo de > 2 levaduras por campo de alta potencia en al menos dos sitios anatómicos dife-rentes. Se observó una respuesta favorable al tratamiento antimicótico, como terapia individual o combinada con tratamiento antibacteriano en 16 de 18 gatos. El estudio concluye con la afirmación de que Malassezia spp en cre-cimiento excesivo puede representar un problema cutá-neo secundario en los gatos alérgicos y debe investigarse en todos los gatos alérgicos, especialmente en aquellos que presentan escamas, principalmente  en la zona ven-tral, grasientas y adherentes. Un estudio reciente (Colom-bo et al, 2007) encontró organismos de  Malassezia en el 61% de los pliegues de las uñas de 46 gatos. Se encontró una correlación entre un alto número de levaduras en la citología con la observación clínica de material marrón y grasiento en los pliegues de las uñas.

Esta presentación clínica también se observa con poca frecuencia en los gatos de raza Devon Rex que parecen tener una predisposición particular al desarrollo de sobre-crecimiento de Malassezia con una resultante de dermati-tis grasosa seborreica que frecuentemente afecta la axila, la ingle, el cuello ventral, los pliegues de las garras y la piel interdigital palmar o plantar.

 

Opciones de tratamiento actuales para infecciones fúngicas, incluida Malassezia en gatos

El mejor protocolo de tratamiento implica un ataque de tres flancos: El tratamiento ambiental, tratamiento tópico complementario y por último el tratamiento sistémico. (DeBoer y Moriello, 2009) en esta revisión solamente nos ocuparemos de algunas opciones de tratamiento sistémico más nuevas y viejas. Debido a que la griseoful-vina se ha asociado con efectos adversos en los gatos, incluida la supresión idiosincrática de la médula ósea, la hepatotoxicidad y la teratogenicidad, ha caído en des-gracia en el uso de la dermatofitosis  felina  (DeBoer y Moriello, 2009). Si bien la griseofulvina está disponible en muchas partes del mundo, no todos los casos de Mi-crosporum responden a ese medicamento  y en muchos casos de infecciones por Trichophyton son resistentes. El itraconazol se ha convertido en el anti fúngico más uti-lizado y tiene licencia para uso en animales, disponible como Sporanox TM con las instrucciones de la etiqueta de 5 mg / kg una vez al día por vía oral. Hay diferentes regímenes usan las personas al utilizarlo: algunos reali-zan tres pulsos de terapia oral diaria semana tras semana, algunos favorecen el tratamiento una vez al día a 10 mg / kg, especialmente si el animal es delgado o está inmuno-comprometido (DeBoer y Moriello, 2009).

 

Las cápsulas normalmente se dividen en dosis más pe-queñas manualmente y se vuelven a empaquetar en cáp-sulas de gelatina o se mezclan con una pequeña cantidad de alimentos como puede ser la mantequilla casera.

 

Cuando el itraconazol  no está ganando el  control del paciente o si hay efectos secundarios inaceptables, se han utilizado tanto fluconazol como terbinafina. El fluconazol no parece tener muchas ventajas sobre el itraconazol (DeBoer 2008) Sin embargo, la terbina-fina parece útil en gatos con infecciones por M. canis resistentes a los azoles. La terbinafina es un agente antifúngico de la clase de alilamina altamente eficaz contra M. canis, Trichophyton mentagrophytes y M. gypseum. Es excepcionalmente eficaz contra los der-matofitos y tiene pocos efectos secundarios, pocas interacciones farmacológicas y funciona a una con-centración inhibitoria mínima más baja. Se han usado varias dosis entre 10 y 40 mg / kg una vez al día por vía oral, pero las dosis más altas parecen funcionar mejor. Yo recomendaría de 30 a 40mg / kg una vez al día. Las enzimas hepáticas deben controlarse ya que la ALT puede elevarse. (De Boer y Moriello, 2009). La terbinafina también se ha utilizado para tratar el pseudomicetoma dermatofitico combinado con der-matofitosis generalizada en dos gatos  (Nuttall et al, 2008) con buenos resultados.

 

Ambos gatos lograron curación clínica y micológica después de 12 a 14 semanas de tratamiento con 26-31 mg / kg de terbinafina una vez al día. La dermatofito-sis generalizada recurrente en el persa se ha manejado con terapia de pulso con 26 mg / kg de terbinafina una vez al día por vía oral durante 1 semana cada mes.

¿Los gatos tienen enfer-medades dermatológicas relacionadas con los virus?

Una diferencia muy notable entre el  perro y  el gato es que las in-fecciones virales están asociadas con un número mucho más signi-ficativo de enfermedades de la piel felina, mientras que en los perros hay poca asociación, excepto el virus del papiloma. Dadas las ma-las opciones para el tratamiento de infecciones virales, aquí hay otra razón por la que los dermatólogos odian ver un caso dermatológico felino cuando entra por la puerta del consultorio.

Virus inmunosupresores

Tanto el virus de la inmunode-ficiencia felina (FIV), un virus dentro de la familia Retroviridae, como el virus de la leucemia feli-na (FeLV), un virus retro, causan inmunosupresión generalizada que se ha relacionado con enfer-medades de la piel felina. La FIV se transmite entre gatos a través de heridas por mordedura. Aunque no se han asociado enfermedades cutáneas únicas con este virus, los gatos con FIV son susceptibles a la foliculitis bacteriana, a las in-fecciones por hongos y levaduras, y a las infestaciones por Demodex y Notoedres (Rudayna Ghubash, 2009). Se ha sugerido que la podo-dermatitis de células plasmáticas está asociada con la infección por FIV (Simon, 1993,  Bettanay, Sco-tt et al, 2001, Guaguere y Declerq, 2000), con una incidencia cercana al 50%. La mayoría de los infor-mes indican que los gatos afec-tados son negativos para FeLV y FIV negativo (Gross et al, 2005, p 364) .El virus de la leucemia felina se transmite generalmente a través de heridas por mordedura, pero se puede propagar a través de las ex-creciones nasales y salivales que acompañan el contacto cercano.

Dos condiciones dermatológicas distintivas relacionadas con la in-fección por FeLV son la dermato-sis de células gigantes y cuernos cutáneos,  los cuernos cutáneos también se han relacionado con el carcinoma de células escamo-sas (SCC) y los papilomas virales, ambas son condiciones extrema-damente raras.

Glucocorticoides en el gato

Los glucocorticoides son un medi-camento esencial en dermatología veterinaria, quizás el medicamento que más se encuentra en el cajón de medicamentos de los dermató-logos. Los dermatólogos dedican gran parte de su esfuerzos a no tratar pacientes con glucocorticoi-des, debido a los efectos secunda-rios inaceptables y porque se están usando de manera inapropiada, y porque enmascaran otras enferme-dades o imposibilitan hacer ciertas pruebas en los pacientes.

Eventualmente, sin embargo, nos topamos con ciertos casos que ne-cesitan glucocorticoides. La ma-yoría de los regímenes de dosifica-ción felina para glucocorticoides son extensiones de la investiga-ción en perros o humanos, y luego se modifican según la experiencia clínica del dermatólogo. Durante mucho tiempo ha sido un elemen-to básico de la medicina felina que necesitan niveles más altos de glucocorticoides que los perros la Dra. Candace Souza, en la edición del 2009 del libro de Kirk, en su artículo Glucocorticoides en Ve-terinary Dermatology afirma que "en comparación con los perros, los gatos parecen requerir aproxi-madamente el doble de la dosis de glucocorticoides por vía oral para lograr los mismos efectos". Un es-tudio mostró que los gatos tienen aproximadamente la mitad de la densidad de los receptores de glu-cocorticoides en la piel y el híga-do en comparación con los perros (Broek y Stafford, 1992, citado en Lowe et al, 2008). Ha habido in-formes anecdóticos de que la dexa-metasona funciona mejor que la prednisona (Popurrí, D Graham), particularmente en el manejo de enfermedades autoinmunes. Parte del murmullo clandestino entre los dermatólogos de animales fue que la prednisolona funciona mejor en caballos y gatos que la prednisona.

Parte de la tradición popular de la medicina felina en dermatología era que los gatos son más resisten-tes a los efectos secundarios de los glucocorticoides que los perros o los gatos. Si bien esto puede ser cierto en algunos niveles, la mayo-ría de nosotros hemos visto gatos convertirse en diabéticos después del uso de glucocorticoides, y se han informado efectos secundarios graves, como fragilidad de la piel, atrofia cutánea e insuficiencia car-díaca congestiva y el signo carac-terístico del abdomen pendulante.

Una revisión reciente de los gluco-corticoides en gatos en dermatolo-gía veterinaria (Lowe et al, 2008) no solo revisa los mecanismos de acción de estos medicamentos en el gato, sino que también reúne la literatura disponible y nos permi-te hacer algunas recomendaciones específicas sobre su uso en esta especie.

¿Qué tipo de glucocorticoides debemos usar en el gato?

Como se mencionó anteriormente, la respuesta a esta pre-gunta ha estado circulando durante mucho tiempo entre los dermatólogos: clínicamente, la prednisolona parece funcionar mejor que la prednisona en el gato.

 

En 2005, un estudio de Graham-Mize et al presentado en el Congreso Mundial del 2004 ha dado cierto peso científico a este susurro anecdótico. Este estudio comparó la absorción, la biodisponibilidad y la actividad de la pred-nisona en comparación con la prednisolona en el gato. En humanos, la disponibilidad oral de las dos drogas es similar. En los perros, aunque existen diferencias, no son suficientes para predecir ninguna diferencia clínica de tratamiento al comparar los dos medicamentos. En los caballos, la prednisona oral se absorbe mal y el metaboli-to activo prednisolona rara vez se produce después de la administración oral de prednisona. (Peroni et al, 2002).

 

En un estudio de Graham-Mize et al., Se realizó un ensa-yo cruzado con 3 dosis en 6 gatos. Los 3 grupos de trata-miento fueron: 1.- prednisolona oral 10 mg. 2.- predniso-na oral 10 mg. 3.-prednisolona IV 10 mg con un período de descanso de 14 días entre tratamientos.

 

El estudio encontró que había casi un 100% de absorción de prednisolona oral también se encontró que había una concentración sérica significativamente mayor de predni-solona después de la administración oral en comparación con la prednisona vía oral. De hecho, la concentración sé-rica de prednisolona fue 6 veces mayor que la prednisona después de la administración oral. Esta disminución de la absorción gastrointestinal después de la administración oral de prednisona puede haber contribuido a la resisten-cia percibida a los glucocorticoides en los gatos, ya que la prednisona es un glucocorticoide de uso tan común. De hecho, un autor reciente menciono específicamente que encontró que la prednisolona a una dosis inicial de 1 mg / kg una vez al día es efectiva en gatos atópicos  (Gilbert 2009). Esta es la misma dosis inicial que se recomienda en los perros atópicos.

 

Scott, Miller, Griffin, 2001. En una nota anecdótica adi-cional menciono, tuve un gato atópico de 4.5 kg que es-taba recibiendo 20 mg de prednisona transdérmica dos veces al día con dosis dobles ocasionales, aproximada-mente 180 mg de prednisona por semana. Cambiamos a prednisolona transdérmica 5 mg una vez al día y dos ve-ces solamente el día domingo (40 mg de prednisolona por semana) con un control similar del prurito. La dosis ahora se ha reducido a 20 mg por semana. Los propietarios informaron un mayor apetito con la prednisona a pesar de que la dosis semanal de prednisolona se redujo a menos de una cuarta parte de la dosis de prednisona. Además, puede haber una conversión hepática reducida de prednisona a prednisolona, el metabolito activo, en ga-tos en comparación con otras especies (Graham-Mize et al, 2005). En el estudio de Graham-Mize, también encon-traron una supresión superior de la hidrocortisona endó-gena por prednisolona intravenosa y oral en comparación con la prednisona oral.

Lowe et al, también discute la cuestión de que si la do-sificación diaria o dos veces al día con prednisolona es más efectiva. Aunque diferentes autores tienen diferentes opiniones, no hay evidencia científica que lo respalde, por lo que Lowe et al, recomiendan una dosis diaria, dada la dificultad de medicar a los gatos. Aunque un estudio anterior sugirió que los gatos tenían un ritmo circadiano de secreción de cortisol, con un pico vespertino de con-centración, todo lo contrario de los perros, lo que llevó a recomendar que los glucocorticoides deberían adminis-trarse por la noche a los gatos, esto no se ha confirmado en estudios adicionales.

 

Estudios más grandes han documentado la secreción epi-sódica, sin ritmo circadiano de cortisol. Así que podemos recomendar que la hora del día no sea una consideración con la dosificación de glucocorticoides en el gato.

 

La diabetes mellitus es uno de los efectos secundarios más comunes y menos deseables de los glucocorticoides en el gato. Los glucocorticoides interfieren con una serie de vías que resultan en resistencia a la insulina y, a veces, diabetes mellitus en toda regla.

 

Existe una fuerte asociación entre los glucocorticoides en-dógenos altos y la diabetes mellitus en gatos, con más del 80% de los casos de hiperadrenocorticismo natural que tienen diabetes concurrente. Esta asociación se extiende a los glucocorticoides exógenos. Otro estudio realizado por Lowe en 2007 mostró reducciones significativas en los valores de sensibilidad a la insulina en gatos que reci-bieron dosis equivalentes de dexametasona o prednisolo-na. Se ha demostrado que los gatos diabéticos tienen una sensibilidad a la insulina disminuida en comparación con los gatos sanos.

 

El mismo estudio de 2007 de Lowe et al, mostró una ma-yor disminución de la sensibilidad a la insulina después de la dosis de dexametasona  y que después de la pred-nisolona. Esto sugiere que la dexametasona puede tener un mayor potencial diabetógeno que la prednisolona en el gato. Entonces tendría sentido usar prednisolona en lugar de dexametasona en el gato.

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Figura 6. Paciente felino hembra con dermatitis atópica felina antes y después de ser tratada con ciclosporina.

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Figura 7. Paciente felino hembra con dermatitis atópica felina antes y después de ser tratada con ciclosporina.

Otras drogas que se han utilizado en el purito del gato

Debido a los efectos secundarios de los esteroides en el uso de ellos en las enfermedades alérgicas empezaron a salir otras drogas para el control del prurito felino. Una de ellas fue la ciclosporina (Cs) y después de muchos estu-dios se encontró que la dosis de 7 mg/kg era muy eficaz en el tratamiento de la enfermedad alérgica (Jean Steffan et al, Vet Derm, 2013). Después de empezar a utilizar esta droga se observó que los efectos secundarios eran mu-cho menores que los obtenidos por los glucocorticoides aunque el vómito y la diarrea son signos muy frecuentes hoy en día. En el año 2015 se publica un artículo donde recomiendan dar la ciclosporina congelada y disminuye mucho los signos de vómito y diarrea tanto en perros como en gatos (Jeremy C. et al, Vet Dermat, 2015).

 

La aparición del oclacitinib en el año 2014 para perros alérgicos fue una “Bomba Maravillosa” porque quitaba el prurito en el perro entre 4 a 6 horas después de la administración. Hasta el día de hoy se han realizado muchos intentos de utilizar esta droga en los gatos con alergia pero los estudios hasta ahora publicados han sido contra-dictorios mencionando efectividad en unos gatos y en otros no. Este año se demostró que el oclacitinib en gatos tiene una absorción mucho más rápida que en el perro quizá sea este el motivo por el cual el oclacitinib tenga una biodisponibilidad diferente en gato versus perro (Ferrer et al, Vet Dermat, 2020).

 

En el Foro norteamericano de dermatología veterinaria llevado acabó en la ciudad de Austin, Texas en abril del 2019 se menciono un trabajo de investigación utilizando anticuerpos monoclonales en gatos alergicos que respondieron satisfactoriamente a una dosis de 2mg/kg. Pero se necesitan más estudios al respecto.

Bibliografía​​

  1. L.E.Díaz, P. G. (2006). Enanismo hipofisiario en un perro pastor aleman . Obtenido de https://ddd.uab.cat/pub/clivetpeqani/11307064v26n4/11307064v26n4p345.pdf

  2. S.A., A. P. (2014). Hipopituitarismo. Obtenido de Affinity Petcare: https://www.affinity-petcare.com/veterinary/patologias/hipopituitarismo

  3. ​ Yanina Corrada, A. H. (2003). ENANISMO PITUITARIO CANINO: REPORTE DE DOS CASOS. Obtenido de Revista Científica, FCV-LUZ: https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=2ahUKEwjV2M3XtfTmAhWIjVkKHcl6BxkQFjAAegQIAhAC&url=http%3A%2F%2Fproduccioncientificaluz.org%2Findex.php%2Fcientifica%2Farticle%2Fdownload%2F15011%2F14988&usg=AOvVaw3IT_3uVOrt4X2WjU9WkE6Y

Autor​​

Porfirio Trápala Arias

 

Médico Veteriario en Ciencias Animales.

 

Diplomate Latin American College

Veterinary Dermatology.

 

Práctica privada en Monterrey, NL.

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