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Enfermedad Respiratoria Infecciosa Canina.

PALABRAS CLAVE >  Perros > Enfermedad Respiratoria Canina > traqueobronquitis > tos de las perreras

MC. Luis Antonio Calzada Nova. MVZ Leticia Vázquez Manríquez.

Centro Médico Veterinario Coyoacán.

Departamento Técnico Dac Novis

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Introducción

La Enfermedad Respiratoria Infecciosa Canina es un padecimiento que afecta las vías aéreas, principalmente, de los cachorros que son mantenidos en espacios comunes restringidos, en condiciones zootécnicas inadecuadas y con deficiente atención médica veterinaria, que se asocia a estrés crónico, factores ambientales desfavorables y a la infección asociada de virus y bacterias respiratorias; es una afección que puede ser autolimitante en los casos más favorables o causar la muerte en los casos graves.

La Enfermedad Respiratoria Infecciosa Canina (ERIC) también es conocida como “Tos de las Perreras”, “Traqueobronquitis infecciosa canina”, “CRUP canina”, “Enfermedad respiratoria contagiosa canina aguda” o “Complejo de la enfermedad respiratoria infecciosa canina”, es un síndrome, relativamente común que provoca enfermedad leve a moderada de las vías respiratorias altas, tráquea y bronquios; que se asocia a la acumulación de perros en un espacio limitado, generalmente cerrado, predominantemente en criaderos, perreras, refugios, albergues, centros de acopio, exhibiciones, exposiciones, tiendas de animales, clínicas y hospitales veterinarios. Se define como un síndrome por la variedad de los factores de riesgo, la amplia gama de factores desencadenantes que lo originan, así como, por la diversidad de síntomas clínicos. (11, 19)

 

Los factores de riesgo del huésped pueden asociarse a: cachorros menores de cuatro meses (especialmente los menores de dos meses), cachorros no vacunados o con vacunación incompleta, cachorros deshidratados, perros desnutridos, cachorros con parasitosis intestinal intensa, perros viejos, perros con comorbilidades, inmunodepresión primaria generalmente asociada a perros de razas puras con alto entrecruzamiento y estado de estrés fisiológico crónico. (11, 19)

Los factores de riesgo ambiental pueden ser: destete, transportación pobremente gestionada, sobrepoblación, recambio constante de animales, introducción de nuevos animales sin cuarentenar, agrupación por edades y tallas inadecuadas y desordenada, jerarquización, falta de alimento y agua, calor o frío excesivo, flujo de corrientes directas de aire frío, perros de origen diverso y desconocido, aglomeración, sobrepoblación, protocolos de salud insuficientes o ineficientes, instalaciones desactualizadas o mal diseñadas, mala ventilación, exceso de humedad, macroclima extremo. (11, 19)

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Los factores desencadenantes son agentes infecciosos primarios como virus y bacterias.

 

Entre los virus “tradicionales” y los emergentes están los siguientes: virus de parainfluenza canina, coronavirus respiratorio canino, adenovirus canino tipo 2, adenovirus canino tipo 1, moquillo canino, influenza canina, herpesvirus canino, reovirus canino, pneumovirus canino, bocavirus canino, hepacivirus canino y picornavirus canino (6, 7, 10, 11, 12, 13, 15, 19).   

El factor más relevante de la infección viral en la ERIC consiste en que puede hacer más susceptible al epitelio respiratorio a la colonización bacteriana no sólo cuando ocurre una infección simultánea virus-bacterias, sino también una semana post-infección viral inicial, o aún, después de la recuperación de la infección viral. (2, 14)

 

La replicación viral en la mucosa respiratoria canina puede afectar a las células ciliadas respiratorias produciendo daño citopático directo, o sin producir muerte celular pueden ocasionar retardo del movimiento ciliar, discinecia ciliar secundaria, cilioestasis, perdida ciliar o desprendimiento ciliar, así como, alterar la síntesis y excreción de péptidos antimicrobianos como las defensinas o inducir disfunciones de componentes del sistema inmune tanto locales como sistémicos que favorecen superinfecciones bacterianas. Así mismo, la infección viral puede inducir una respuesta proinflamatoria que produce sobreexpresión de proteínas de adhesión en las células epiteliales respiratorias, permitiendo que actúen como receptores de adhesión específicos para bacterias, favoreciendo la colonización bacteriana. En los seres humanos se ha reconocido este mecanismo patogénico entre el virus de la influenza y el Streptococcus pneumoniae, en los perros se sospecha de un mecanismo semejante entre el virus del moquillo canino, el coronavirus respiratorio canino y la parainfluenza canina con la Bordetella bronchiséptica. (2, 10, 11, 12, 13, 14, 18)

 

Recientemente se ha descrito en las infecciones respiratorias el sinergismo unidireccional o bidireccional, la mayoría de los estudios han podido demostrar el efecto de predisposición viral unidireccional para la posterior colonización bacteriana. Sin embargo, hay algunas evidencias de que las infecciones bacterianas también pueden incrementar la susceptibilidad a una infección viral consecutiva, en donde una infección bacteriana previa puede favorecer la expresión de receptores específicos para infecciones virales o también cuando se altera el equilibrio de la microbiota respiratoria y se crea una oportunidad para la infección viral, fenómeno que puede ocurrir con la prescripción inadecuada de antibióticos. (2, 14) 

La ERIC es más grave y de peor pronóstico cuando se establecen infecciones concurrentes especialmente en cachorros menores de dos meses de edad y de razas pequeñas. Se ha publicado la coinfección respiratoria viral en los perros de moquillo canino+adenovirus tipo 1, moquillo canino+adenovirus tipo 2, moquillo canino+parainfluenza canina, moquillo canino+adenovirus tipo 2+Mycoplasma cynos, moquillo canino+Mycoplasma cynos, adenovirus tipo 2+parainfluenza, adenovirus tipo 2+influenza, influenza+parainfluenza, adenovirus tipo 2+influenza+parainfluenza, parainfluenza+ Mycoplasma cynos, parainfluenza+ Mycoplasma canis, parainfluenza+ Mycoplasma cynos +Mycoplasma canis, (5, 6, 10, 11, 14, 15, 17) .

 

En relación con las bacterias y el ERIC es de importancia recordar que en la nasofaringe de los perros desde la lactancia se desarrollan comunidades de bacterias comensales que tienen el potencial de hacerse patógenas como consecuencia de la interacción por la infección conjunta virus-bacteria o bacteria-bacteria, por lo que se les denomina oportunistas, siendo las más importantes Bordetella bronchiseptica, Streptococcus equi subspecie zooepidemicus y Mycoplasma cynos, también hay evidencia científica de que estas bacterias pueden actuar como agentes patógenos respiratorios primarios cuando hay condiciones que favorecen su desarrollo excesivo en la mucosa respiratoria. 

 

Existen otras tantas bacterias que definitivamente son comensales en la mucosa de las vías aéreas y tienen potencial patógeno durante las infecciones virales y/o bacterianas con el potencial de complicar una traqueobronquitis o producir una neumonía en el perro, como: Staphylococcus spp. (coagulasa positiva y negativa), Streptococcus spp. (α- y no hemolítico), Escherichia coli, Pausterella multocida, Enterobacter aerogenes, Corynebacterium spp, Moraxella spp, Neisseria spp., Acinectobacter spp, Bacillus sp. (1, 3, 4, 8, 10, 11, 13, 16, 19)

 

Como mecanismo patogénico de la ERIC, además de los descritos para los virus, las bacterias pueden retardar la frecuencia del batido ciliar, ocasionar perdida ciliar, inducir anormalidades ultraestructurales de los cilios y perdida de los brazos de dineina, y disrupción de la membrana celular. (9)

 

El cuadro clínico de la ERIC puede variar de individuo a individuo pudiendo presentarse como una rinitis, una laringitis, una traqueobronquitis o hasta una neumonía.

 

La enfermedad podría iniciar con alguno de estos signos: estornudo agudo y suave, rinorrea aguda bilateral serosa-mucosa, lengüeteo nasal, epistaxis unilateral en hilo, si la infección progresara a la faringe y laringe podríamos  observar: estornudo inverso de inicio agudo, disfagia de líquidos, disfagia de sólidos, regurgitación, odinofagia, extensión del cuello a la deglución, deglución repetida y espontánea sin ingesta, interrupción de ingesta durante el consumo de la comida, oclusión incompleto de la boca, ptialismo, hiperemia faríngea, hiperemia tonsilar, disfonia, afonía, tos asociada a la ingesta de líquidos en reposo, tos suave no productiva, tos asociada al ejercicio, deglución inducida por palpación laríngea, tos inducida por palpación laríngea, tos paroxística, anorexia y depresión. Si la infección alcanza a la tráquea y los bronquios el perro podría mostrar en su cuadro clínico: tos no productiva, fuerte, sonora y paroxística, deglución posterior a la tos, atragantamiento, arqueamiento, reflejo tusígeno traqueal positivo, cuando la infección alcanza los bronquios se puede observar tos con expectoración de esputo hialino mucoso-espumoso, tos diurna y nocturna, tos inducida por percusión torácica, se auscultan estertores de burbuja gruesa y de burbuja media. (10,11, 19).

 

Como podrá intuirse la descripción de la signología clínica corresponde a una afección respiratoria descendente de mayor agravamiento y peor pronóstico. Siendo el cuadro clínico de neumonía el peor escenario clínico para el paciente, ya que correspondería al estado más grave de la enfermedad y se reconoce con los siguientes datos clínicos: taquipnea, taquicardia, disnea de esfuerzo, a la auscultación soplo tubárico, tiro intercostal, tiro cervical, tiro abdominal; y en su estado más grave: aleteo nasal, angustia respiratoria, extensión de cuello, respiración oral, retracción de las comisuras labiales, ortopnea con abducción de los codos, cianosis, fatiga respiratoria y emaciación. (10, 11, 19)

 

Con la historia clínica y la exploración física sería suficiente para establecer un diagnóstico clínico y decidir un esquema terapéutico, aunque siempre hay que considerar la realización de hemogramas, radiografías de tórax, cultivo y antibiogramas del moco traqueal y citopatología del esputo; especialmente en los pacientes de razas pequeñas, cachorros menores de dos meses, cachorros con mas de dos semanas enfermos, cachorros con taquipnea en reposo y tiro intercostal. (11, 19)  

Se considera que la ERIC es una enfermedad que se autolimita con cuidados generales y sin tratamiento. Si el perro tiene signos de enfermedad respiratoria que no tiene mas de 10 días de evolución, se mantiene alerta y con buen apetito no requeriría tratamiento, podría haber pacientes no complicados con tos que persiste por 20 o 30 días, si el paciente no decae, ni muestra anorexia podría mantenerse sin tratamiento antimicrobiano. (11, 12, 19)

 

El plan terapéutico para la ERIC se divide en medidas zootécnicas y en medidas médicas, que se van integrando de la siguiente manera:

 

1. Disminuir o eliminar toda fuente de estrés, como aislar al paciente en un ambiente limpio y seguro, colocarlo en un ambiente templado, sin corrientes de aire ni ruidos fuertes, dejarle la atención del paciente a una sola persona, estimular al cachorro con caricias y buen trato.

 

2. Hidratar al paciente, preferentemente por vía oral.

 

3. Alimentar al paciente con el consumo de una dieta proteico-energética, asegurando al menos el aporte energético basal, de preferencia logrando el aporte energético metabólico. En caso necesario dar alimentación forzada.

 

4. Suplementar multivitamínicos con minerales, independientemente del consumo de alimento balanceado, para asegurar que no haya deficiencia dietética de vitamina A, vitamina E, cianocobalamina, ácido fólico, zinc, cobre, magnesio y selenio.

 

5. Realizar micronebulización con solución salina fisiológica tres o cuatro veces al día. Puede adicionarse a la solución N-acetil-L-cisteina o S-carboximetil-L-cisteina en solución al 10%.

 

6. Prescribir mucolíticos por vía oral como ambroxol o bromhexina.

 

7. Realizar sesiones de palmopercusion torácica de 5 minutos por hemitórax, después de cada micronebulización.

 

1. Administrar imnunoestimulantes como el Extracto de Leucocitos Dializado (INMUNEST®) vía subcutánea o intramuscular a una dosis de 2 ml por cada 10 kilogramos de peso corporal, con intervalo entre dosis de 48 horas hasta completar 6 dosis. Es una opción terapéutica cuando se sospecha de supresión temporal de la función inmunitaria, por factores fisiológicos, patológicos o ambientales, supresión de las funciones inmunitarias debida a infección, de una necesidad de mejorar o aumentar el potencial inmunitario existente (animales muy jóvenes o viejos, infecciones masivas o eliminación de tumores) o de disfunción del sistema inmunitario (inmunosupresión primaria, enfermedades por hipersensibilidad inmunitaria).

 

8. Prescribir la aplicación de antimicrobianos que penetren a la barrera hemato-bronquial de la mucosa respiratoria, como: la primera elección debe de cubrir el espectro antimicrobiano de Bordetella bronchiseptica y Mycoplasma  y se podría considerar como primera opción la administración de doxiciclina o minociclina, así como, fenicoles tipo cloramfenicol, florfenicol o tiamfenicol, como segunda elección antibacteriana, especialmente ante la falta de eficiencia terapéutica de los antibióticos de primera elección, pueden prescribirse para el tratamiento de la ERIC los macrólidos como azitromicina, claritromicina o tulatromicina; o fluoroquinolonas como ciprofloxacina, enrofloxacina, marbofloxacina, orbifloxacina, levofloxacina, moxifloxacina o pradofloxacina; que también tienen un buen efecto inhibitorio para Mycoplasmas y muchas bacterias asociadas a la traqueobronquitis infecciosa y aún en neumonías. 

 

Para los perros que al ingreso presentan bronconeumonía severa el tratamiento inicial debe de incluir el uso de antibióticos parenterales de amplio espectro que penetren la barrera hemato-bronquial y alcancen concentraciones mínimas inhibitorias aún en tejido pulmonar, como una combinación de una fluoroquinolona con una lincosamida (lincomicina, clindamicina). Este tratamiento se debe de iniciar y mantener mientras se obtienen los resultados del cultivo de identificación bacteriana y el antibograma. Las fluoroquinolonas son activas contra Bordetella bronchiseptica y Mycoplasma, mientras que las lincosamidas son efectivas contra Streptococcus spp., así como, contra anaerobios. (10, 11, 19)

 

Los tratamientos antibacterianos para ERIC deben indicarse por al menos 10 días, si al iniciar una terapéutica antibacteriana no hay mejoría después de 72 horas de iniciado, habría que pensar que estamos ante una infección bacteriana resistente o que la base de fondo de la infección sigue siendo viral. 

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