La obesidad en gatos,
un problema recurrente.
PALABRAS CLAVE > Obesidad > sobrepeso > dieta > gatos
*1Melissa Sagrero-Del Moral y 2Julio César Castañeda-Ortega.
1Médico Veterinario Zootecnista; 2Biólogo, Maestría y Doctorado en Neuroetología.
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia – Xalapa, Universidad Popular Autónoma de Veracruz, C. P. 91100 Calle Juan Escutia No. 2 Colonia Revolución, Xalapa, Veracruz, México.
Introducción
En la actualidad, el sobrepeso y la obesidad son consideradas condiciones patológicas las cuales tienen un efecto adverso para la salud y longevidad de los gatos. Está comprobado que gatos obesos pueden presentar dificultades al médico veterinario en los procedimientos de examen y diagnóstico tales como auscultación, palpación abdominal, radiografía y ultrasonografía. Además, los pacientes obesos tienen un mayor riesgo quirúrgico y anestésico presentando un aumento en la morbilidad y mortalidad después de una intervención quirúrgica. Así como también se reducen las expectativas de vida, comparado con gatos no obesos.
El sobrepeso es una condición en la que un animal pesa más de lo considerado normal para su altura, edad, sexo, sin consecuencias graves en su salud, la obesidad es un padecimiento en el que existe un depósito y acumulamiento de grasa corporal excesivo y generalizado, generando un desequilibrio en el organismo del animal, así como desencadenando padecimientos crónicos; son consideradas condiciones patológicas las cuales tienen un efecto adverso para la salud y longevidad de los gatos, sin embargo, las implicancias para la salud y bienestar de los animales de compañía están poco claras, aun cuando un gran número de alteraciones han sido asociadas con la obesidad (Backus et al., 2000; Burkholder & Toll, 2000; Sloth, 1992). La obesidad en gatos, como en los humanos, está asociada con múltiples anormalidades del metabolismo de la glucosa incluyendo resistencia a la insulina, hiperinsulinemia, intolerancia a la glucosa y diabetes mellitus, predisponiendo a la enfermedad o exacerbándola (Butterwick, 2000).
Además, tienen un alto riesgo de desarrollar lipidosis hepática, hipertensión, apoplejía, enfermedad del tracto urinario inferior, cálculos biliares y se cree que aumenta el riesgo de algunos tipos de cáncer, la obesidad también contribuye al desarrollo de enfermedades pulmonares y cardiovasculares (Scarlett & Donoghue, 1998; Root, 1995). Los efectos físicos de cargar con un exceso de peso también llevan a intolerancia al calor y al ejercicio, a trastornos articulares y locomotores, tales como osteoartritis, cojeras y al desarrollo de artritis (Nguyen et al., 2002; Case et al., 2001; Harper et al., 2001). Los gatos con sobrepeso pueden también experimentar dificultades para asearse y acicalarse, lo cual aumenta el riesgo de desarrollar alteraciones de la piel distintas a las alérgicas y/o parasitarias; además, se asocia con disnea, distocia y reducción de la función inmunológica, aunque estos últimos no se han demostrado en forma definitiva (Jacquie, 2004).
Los gatos obesos pueden presentar dificultades al médico veterinario en los procedimientos de examen y diagnóstico tales como auscultación, palpación abdominal, radiografía y ultrasonografía (Fleeman, 2006). Además, los pacientes obesos tienen un mayor riesgo quirúrgico y anestésico presentando un aumento en la morbilidad y mortalidad después de una intervención quirúrgica, así como también reduce las expectativas de vida, comparado con gatos no obesos (Nguyen et al., 2002; Szabo et al., 2000; Burkholder & Toll, 2000).
Categorías de sobrepeso
Tomando como referencia el peso del animal, y el peso óptimo en el que debería estar, Szabo et al. (2000) clasifican a los felinos en tres grupos: Aquellos con peso 1 a 9% superior a su peso óptimo, se encuentran sólo por encima de su estado óptimo; El 10 a 19% por encima del peso óptimo indica sobrepeso; El 20% por encima del peso óptimo indica obesidad. El estilo de vida sedentario de las mascotas contemporáneas y sus propietarios contribuye al desarrollo de la obesidad (Wolfsheimer, 2002). La actividad o el ejercicio contribuyen en gran medida al gasto energético diario. Por lo tanto, no es sorprendente que los animales con menor actividad o pocas oportunidades de realizar ejercicio tengan mayor riesgo de sobrepeso (Burkholder & Toll, 2000).
Causas
Dentro de los factores causantes de sobrepeso y obesidad felina está la gonadectomía en el desarrollo de la obesidad canina y felina todavía es incierto, aunque los efectos contraceptivos y las alteraciones en el comportamiento debido a la gonadectomía en los gatos están bien conocidos, los cambios fisiológicos causados por la cirugía no están completamente definidos, pero sí se ha observado, que los gatos castrados tienen mayor probabilidad de desarrollar sobrepeso que los intactos de cualquier sexo (Jacquie, 2004; Wolfsheimer et al., 2002; Root, 1995).
La castración tiene diversos efectos en los gatos, determinando un aumento en el consumo de alimentos, en hembras, disminuye considerablemente la tasa metabólica en ayuno, por lo que se sugiere que la tasa metabólica de reposo disminuye en ambos sexos, resultando en un aumento de tejido graso y magro tanto en machos castrados como en hembras esterilizadas (Sagrero-del Moral y Castañeda-Ortega, 2020). La disminución en la concentración de hormonas sexuales como resultado de un procedimiento quirúrgico o por el proceso de envejecimiento ha sido, en cierta medida, relacionado con un cambio en la composición corporal y obesidad, aunque las razones exactas para este cambio no son claras (Hoenig & Ferguson, 2002).
La edad es el segundo factor en orden de importancia que afecta la condición corporal, numerosos estudios la relacionan con la prevalencia de sobrepeso en gatos y perros. Muy pocos animales menores de 2 años se clasifican en la categoría de sobrepeso. Después de esa edad, la prevalencia del sobrepeso aumenta y alcanza sus valores máximos alrededor de los 6 a 8 años (Burkholder & Toll, 2000).
En un animal adulto, a medida que aumenta su edad, se produce un descenso de la masa magra corporal, lo cual ocasiona una disminución del metabolismo basal (MB) y de los requerimientos energéticos diarios. Además, el descenso en la masa magra corporal se extrema si al avanzar la edad, se produce también una disminución de la actividad voluntaria (Case et al., 2001).
Aunado a esto, el estilo de vida sedentario de las mascotas contemporáneas y sus propietarios contribuye al desarrollo de la obesidad, la actividad o el ejercicio contribuyen en gran medida al gasto energético diario, por lo tanto, no es sorprendente que los animales con menor actividad o pocas oportunidades de realizar ejercicio tengan mayor riesgo de sobrepeso (Wolfsheimer 2002; Burkholder& Toll, 2000). La inactividad es un factor de riesgo significativo para la obesidad, de modo que, si a medida que aumenta la edad, la ingesta de energía no decrece proporcionalmente al descenso de los requerimientos energéticos del animal, esto conducirá a un aumento de grasa y peso corporal (Nguyen et al., 2002; Wolfsheimer, 2002).
El tipo de dieta y la frecuencia en que se administra juegan un rol no menos importante en el desarrollo del sobrepeso y obesidad, entre los factores externos que afectan la ingesta alimentaria se incluyen estímulos como; el sabor del alimento, su composición, textura, el horario y situación ambiental de la alimentación.
De estos factores, el más importante es la palatabilidad de la dieta, ya que puede conducir a una ingesta excesiva. Al alimentar a los animales con alimentos muy sabrosos ad libitum se contribuye tanto al desarrollo como al mantenimiento de la obesidad, ya que dicha práctica promueve un consumo superior a los requerimientos (Kirk et al., 2000).
Muy asociado a esto, esta la composición en los nutrientes de la dieta. En la alimentación ad libitum, las dietas con alto contenido en grasas favorecen el aumento de peso y obesidad debido a que, si un animal consume una determinada dieta en una cantidad superior a sus requerimientos calóricos, y el exceso de calorías consumida está en forma de grasas, ganará más peso que si el exceso de calorías consumido proviene de hidratos de carbono o de proteínas (Burkholder & Toll, 2000).
El ambiente social en que se desarrollan las comidas también influye en el comportamiento alimentario del animal. Muchos animales de compañía aumentan su ingesta alimentaria cuando comen en presencia de otros animales. Este proceso se denomina facilitación social (Case et al., 2001). Asimismo, la oferta excesiva de premios o sobrantes de las comidas en lugar de otros tipos de interacción entre el propietario y la mascota estimula la mayor ingesta de alimento y, por lo tanto, una exagerada ganancia de peso (Burkholder & Toll, 2000).
Otros factores que contribuyen a la obesidad son la raza y las enfermedades endocrinas. Razas como el Burmese, Siamés y los mestizos tienen una mayor predisposición a la obesidad por el contrario los Abisinios parecen no sufrir esta patología. Es probable que los aspectos genéticos determinen la concentración y la actividad de numerosos reguladores metabólicos de sus receptores y por lo tanto la deficiencia metabólica. Hallazgos indican que la genética influye sobre los puntos fijos metabólicos de los requerimientos energéticos y sobre la tendencia a aumentar o perder peso (Fleeman, 2006). Enfermedades como hipotiroidismo y diabetes., Medicamentos y tratamientos anticonceptivos: Administración crónica de corticoesteroides y progestinas (Diez, 2006) particularmente el acetato de megestrol induce polifagia resultando en el incremento de peso (Jacquie, 2004).
Problemática
La prevalencia de la obesidad es cada vez más frecuente en las últimas décadas y su potencial efecto perjudicial en la salud de un animal y en su calidad de vida, hace que el manejo de ésta, sea un importante reto para los veterinarios dedicados al área clínica de animales de compañía.
Donde, la tendencia debiera ser a la prevención más que al tratamiento. La alta prevalencia de la condición indica que muchos propietarios fallan al reconocer el desarrollo o la existencia de la obesidad en sus mascotas, y debido a los crecientes riesgos a la salud asociados con la obesidad, se hace crítico que los gatos mantengan un peso corporal óptimo (Szabo et al., 2000). Por lo tanto, es de suma importancia establecer si el animal tiene una condición corporal óptima, sobrepeso u obesidad ya que la obesidad puede producir efectos adversos sobre su salud, desde una perspectiva clínica, es útil evaluar la condición corporal de los gatos de la manera más objetiva posible (Kirk et al., 2000).
Los animales obesos se predisponen a un gran número de condiciones médicas como: Intolerancia a la glucosa, diabetes mellitus; complicaciones anestésicas y quirúrgicas; lipidosis hepática; inmunoincompetencia; hipertrigliceridemia, hiperinsulinemia y una reducción en la sensibilidad a la insulina hiperadrenocortiroidismo, hipertensión, estrés articular y dolor mueculoesqueleteco solo por mencionar algunas (Fleeman, 2006; Meyer, 2005; Jacquie, 2004; Thatcher et al., 2000). Además, los gatos obesos tienen 3 veces más posibilidades de desarrollar problemas de comportamiento y enfermedades de la piel no alérgicas (Allan, 2000).
Tratamiento
Para determinar el tratamiento a seguir con el paciente se debe tener siempre presente que cada caso es individual y con un manejo diferente dependiendo del caso. Es así como se determinarán tratamientos y métodos de control de acuerdo a los grupos por patologías ya que cuando la obesidad es secundaria a otra patología, al eliminar o controlar la enfermedad primaria el animal empieza a perder peso, sin embargo, cuando la obesidad es la patología primaria se debe realizar un abordaje diferente. Sea cual sea el caso que se nos presente el tratamiento irá basado en el examen clínico del paciente (Duncan, 2000).
El concepto de manejo de la obesidad es que la pérdida de peso ocurra siempre que el gasto de energía diario exceda el consumo diario de calorías implementando programas de pérdida de peso. Un dato importante a tener siempre en cuenta es que el gato no puede perder más del 1 o 2 % de su peso por semana, o sea un gato de 8 kg no debe perder más de 160 g. Para el tratamiento de la obesidad se deben de tomar en cuenta el aspecto psicológico, actividad y manipulación dietaría (Debraekeleer, 2002).
Aspecto psicológico. Un tercio de los propietarios fallan en reconocer que su animal tiene sobrepeso y llevan a su mascota a consulta por otras razones diferentes a la obesidad. Para un tratamiento completo el dueño debe hacerse participe en el programa y todos los miembros de la familia deben verse involucrados en el asunto. El veterinario sin embargo debe tomarse el suficiente tiempo durante la primera consulta para discutir todos los aspectos de la obesidad y su tratamiento incluyendo las dificultades potenciales y advertir como pueden sobrevenir estas.
El primer paso para la pérdida de peso es que toda persona que participa en la alimentación de la mascota, reconozca, acepte y comprenda la necesidad de que la mascota baje de peso y se comprometa a cumplir con ese objetivo. Una vez que le propietario ha reconocido y aceptado que su mascota tiene sobrepeso el paso siguiente es comprometerlo con un programa de pérdida de peso (Thatcher et al., 2000).
Actividad. El ejercicio puede estimular la pérdida de peso haciendo que se quemen calorías y ayuda a mantener la masa corporal, siempre y cuando no haya un incremento de comida. El ejercicio puede introducirse gradualmente, debido a que los animales obesos pueden no estar dispuestos a incrementar su nivel de actividad rápidamente debido a su sobrepeso (Eikmeier, 1989).
Manejo dietario. Este debe de cumplir con tres objetivos: El primero es disminuir la entrada de energía, por lo que el consumo diario de alimento debe restringirse al requerimiento de energía calculado con base al peso óptimo estimado. En gatos se obtienen multiplicando el requerimiento energético en reposo del felino por 0.8 (Kopack, 2001). El segundo paso es estimular la saciedad, esto puede lograse con una dieta alta en fibra insoluble. Cuando los gatos ingieren una dieta alta en proteína y baja en carbohidratos la alta proteína estimula la saciedad vía secreción de la colescistoquinina y la baja en carbohidratos estimula la ruptura del tejido adiposo (Germán, 2006). Y el tercer punto será el proveer una nutrición balanceada a largo para mantener en condiciones óptimas al paciente.
La concentración en la dieta debe realizarse en relación al requerimiento energético y nutricional del paciente (Burkholder, 2000).
Para esto debe registrarse el peso o cantidad de alimento suministrado, calculándo los requerimientos de energía con base al peso ideal del felino. La ingesta calórica diaria deberá dividirse en 3 o 4 raciones por día. Un factor importante a tomar en cuenta, es que si se suministran golosinas estas calorías deben ser contabilizadas y se deben dar inmediatamente después de la comida. Por último, si se presenta otra patología concomitante, los nutrientes de la dieta deben adaptarse a ambas patologías (Debraekeleer, 2002).
La duración de la dieta dependerá del peso deseado a conseguir. Una reducción de peso seguro y eficaz implica el restringir de la aportación calórica a 60%-75% de los requisitos calóricos estimados para el peso corporal ideal (aproximadamente 60 kcal/kg de peso corporal ideal por día), con el objetivo de mantener la pérdida del peso en aproximadamente 1.0 a 1.5% por semana. El peso se controla inicialmente cada dos semanas, luego el control se hace mensualmente, con ajustes apropiados del producto alimenticio indicado (Case, et al., 2001).
Existen variaciones individuales considerables en los requisitos calóricos entre los gatos, y la toma de comida necesita ser ajustada individualmente para asegurar la pérdida apropiada del peso. Además, de implementarse métodos para aumentar el gasto energético como paseos, juegos como perseguir la imagen proyectada con un indicador de láser y el enriquecimiento ambiental, suministrándoles lugares donde trepar o cubos del alimento, jugar de forma activa por lo menos durante 10 minutos al día favorecerán la pérdida de peso (Debrakeeler, 2002). Hay que considerar que el tratamiento de la obesidad por si mismo puede causar algunas reacciones o comportamientos no deseables en el gato, como respuesta al estrés alimenticio, tales como la anorexia, lo cual se trata con medicación ansiolítica (Manteca, 2005).
Conclusiones
Es preferible prevenir el sobrepeso y la obesidad que transitar el padecimiento. La prevención de éstos requiere evaluar los factores de riesgo, la composición corporal y formular las recomendaciones de alimentación apropiadas. Las mascotas con riesgos más elevados o que comienzan a evidenciar más grasa que la óptima deben recibir menos calorías. Las mascotas propensas a la obesidad deben recibir alrededor de 15% menos de calorías.
Estas estimaciones son pautas o puntos de partida. Los requerimientos energéticos individuales pueden variar en gran medida respecto a los promedios calculados. Los métodos de alimentación y cantidades de alimento deben evaluarse y ajustarse en cada paciente para mantener la condición corporal óptima. Los animales con sobrepeso u obesidad durante la etapa de crecimiento pueden tener mayor riesgo de mantener esta condición en la etapa adulta, por lo que propietarios de mascotas deben recibir asesoramiento sobre la alimentación adecuada cuando concurren al veterinario para las vacaciones, esta estrategia puede prevenir crecimientos excesivos de la velocidad del crecimiento y del aumento de peso. Ningún método de alimentación ni tipo de alimento es eficaz para todas las mascotas y pueden encontrarse excepciones que refutan las recomendaciones convencionales, por lo que los autores recomiendan acudir a un médico veterinario ante cualquier síntoma asociado a un desorden alimenticio.
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