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Introducción 

En seres humanos, la muerte debido a arritmias cardíacas sigue siendo un problema significativo de proporciones epidémicas. Esto deja incluso una carga significativa que puede estar en riesgo de un evento cardiaco repentino. A menudo, las arritmias cardíacas pasan desapercibidas y los eventos que las desencadenan son difíciles de predecir (Franciosi et al., 2017). En un informe reciente, la Asociación Americana del Corazón (AHA, American Heart Association) estimó que los costos médicos y las pérdidas de productividad de enfermedades cardiovasculares crecerán de $ 555 mil millones en 2015 a $ 1,1 billones en 2035 (Dunbar et al., 2018). El norte de México tiene una de las tasas más altas de enfermedad cardiovascular y diabetes en el mundo (Sabo et al., 2018). Las enfermedades cardiovasculares se consideran la principal causa de muerte en la mayoría de los países. Y en muchos estudios en animales se ha demostrado aumentos en biomarcadores de producción de oxidantes o disminuciones en el potencial antioxidante en trastornos cardiovasculares (Mahmoud, 2018). 

Actualmente hay evidencia científica sólida de que el cerebro influye sobre el corazón y la vasculatura mediante eventos isquémicos, arritmias, insuficiencia ventricular y disfunción vascular (Tsioufis, 2017). Existiendo una interacción compleja entre los sistemas nervioso y cardiovascular. Gran red de regiones cerebrales corticales y subcorticales que controlan la función cardiovascular a través del flujo simpático y parasimpático. Una disfunción en un sistema puede conducir a cambios en la función del otro. El vínculo entre el corazón y el cerebro se conoce desde hace varios siglos con ejemplos como el síncope o la muerte por emociones y factores estresantes extremos (Tahsili-Fahadan y Geocadin, 2017). 

En 1985, Natelson, describió una nueva área interdisciplinaria denominada “neurocardiología”, que examina la interacción entre el sistema cardiovascular y el sistema nervioso autónomo en estados patológicos (Zou et al., 2017). Más específicamente, la neurocardiología se refiere a la interconexión fisiopatológica y clínica entre el sistema nervioso y el sistema cardiovascular. Trata de comprender y abordar parámetros faltantes que contribuyen al aumento de la morbilidad y de la mortalidad cardiovascular. Una necesidad actual que aborda el concepto moderno de medicina integradora (Tsioufis, 2017). Esta influencia de la interacción del cerebro sobre el corazón puede incluir arritmias, anomalías de la repolarización en el electrocardiograma, necrosis del miocardio y disfunción autonómica (Osteraas y Lee, 2017). Además, la fibrilación auricular puede provocar trastornos cognitivos (van der Wall y van Gilst, 2013). Por otro lado, los infartos del hipocampo desempeñan un papel prominente, con evidencia postmortem de grandes infartos cerebrales hemisféricos que se asocian con insuficiencia cardíaca e índice cardiovascular alterado (Zou et al., 2017). Es de importancia señalar que el estrés moviliza rápidamente al organismo para adaptarse y hacer frente a diversos estímulos y restaurar la homeostasis en un corto plazo. Sin embargo, el daño a los órganos y sistemas vitales puede ocurrir con el tiempo. Al tratar de comprender el vínculo cerebro-corazón, uno debe comprender las conexiones anatómicas y luego explorar los mecanismos fisiopatológicos que conducen a la presentación clínica de las enfermedades cardiovasculares (Tsioufis, 2017). 

Se sabe sobre la hipertrofia cardíaca como un proceso complejo de remodelación del corazón inducido por estímulos fisiológicos o patológicos, que incluyen hipertensión, enfermedad valvular, isquemia miocárdica y mutaciones genéticas. Se caracteriza por un aumento en el tamaño de los miocitos cardíacos individuales y la ampliación del órgano completo (Xiong et al., 2017). Mientras que la hipertrofia cardíaca puede funcionar como un mecanismo adaptativo mediante el cual el corazón responde a condiciones estresantes, la hipertrofia prolongada y severa puede llevar a resultados clínicos pobres, que incluyen arritmia, muerte súbita e insuficiencia cardíaca (Xiong et al., 2017). También, es un hecho que la falta de oxígeno y nutrientes causan la muerte de los cardiomiocitos y conduce a la exposición de patrones moleculares asociados con el peligro que el sistema inmunitario reconoce para iniciar un proceso inflamatorio (Saparov et al., 2017). 

Sin duda, la protección cerebral sigue siendo la preocupación principal durante la cirugía cardíaca. En pacientes sometidos a cirugía cardíaca, la lesión cerebral postoperatoria puede contribuir a un aumento de la morbilidad y mortalidad y tiene efectos negativos sobre la calidad de vida. Por ejemplo, los pacientes con enfermedad cardíaca muestran una alta incidencia de síntomas neurológicos (40-60%) incluyendo depresión o síntomas depresivos, epilepsia y olvido (Zou et al., 2017). 

 Varios estudios señalan que de manera natural, el ejercicio afecta positivamente el metabolismo y la función de varios tejidos mejorando la homeostasis metabólica de todo el cuerpo y reduce el riesgo de enfermedades (Yan et al., 2017). Estudios anteriores de Gaskell y Langley a fines del siglo XIX establecieron la estructura básica del sistema nervioso autónomo (ANS, Autonomic Nervous System), sus divisiones y su papel en la regulación de la función visceral y cardiovascular. En la década de 1930, Cannon desarrolló el concepto de homeostasis como un proceso activo para mantener y regular las variables fisiológicas dentro de un rango estrecho basado en la idea del entorno interno introducido por Claude Bernard a mediados del siglo pasado. Los procesos homeostáticos están mediados por el ANS, el sistema endocrino y coordinados por el sistema nervioso central (CNS, Central Nervous System). Cannon también señaló que los casos de muerte por emociones extremas son probables debido a la hiperactividad del sistema nervioso simpático (SNS, Sympathetic Nervous System) (Tahsili-Fahadan y Geocadin, 2017).

 

Diversas patologías del sistema nervioso pueden conducir a una amplia gama de alteraciones en la función y la estructura del sistema cardiovascular, que van desde cambios electrocardiográficos benignos y transitorios hasta lesiones del miocardio, miocardiopatía e incluso muerte cardíaca. Los trastornos neurológicos se asocian frecuentemente con ECG y cambios cardíacos estructurales, con diversas manifestaciones clínicas que van desde alteraciones benignas, leves o incluso asintomáticas y transitorias en la función cardiovascular hasta lesiones graves, irreversibles y potencialmente mortales (Tahsili-Fahadan y Geocadin, 2017). 

Además, estudios han referido que el trastorno neurológico subyacente como la disfunción cardiovascular pueden imponer limitaciones en el tratamiento óptimo del otro; por lo tanto, la alta sospecha clínica y la monitorización cardíaca, al menos en la fase aguda, pueden ayudar en la prevención, la identificación temprana, y el tratamiento oportuno de la disfunción cardiovascular (Tahsili-Fahadan y Geocadin, 2017). También, desde el punto de vista de la perfusión del corazón, la sangre es esencial para el mantenimiento de la función fisiológica. Experimentos publicados e investigaciones de otros revelan que la máxima diferencia de O2 arteriovenoso (AVO2, Arteriovenous Oxygen) que se puede lograr en el corazón, siempre se observa entre las arterias coronarias y el flujo venoso en el seno coronario en todo el rango de flujo sanguíneo, el cual se logra ~cinco veces (Zhao, Joca, y Lederer, 2017). Si es así, debe existir una coincidencia exquisita del flujo sanguíneo y el consumo de O2 incluso en la unidad más pequeña de perfusión. Y es en este sentido que Nelson y sus colegas han sugerido que la actividad eléctrica podría ser un regulador primario del flujo sanguíneo en el cerebro (Zhao et al., 2017). 

Por otro lado, existen datos y evidencias donde la combinación de técnicas de resolución espaciotemporal alta con el desarrollo de tintes fluorescentes sensibles al voltaje (VSDs, Voltage Sensitive Dyes) ha mejorado significativamente nuestra comprensión de las funciones electrofisiológicas de los órganos eléctricamente excitables (corazón, cerebro). Estos colorantes permiten medir simultáneamente los cambios de potencial de membrana de sitios múltiples de preparaciones biológicas de una manera no invasiva (Faye et al., 2017). Sin embargo, los tintes convencionales tienen espectros de excitación en el rango azul/verde, lo que limita la profundidad de penetración debido a la alta absorbancia y a las propiedades de dispersión de los fotones. Por lo tanto, el desarrollo de VSD de longitud de onda más larga podría tener muchas ventajas como registrar potenciales de acción de las capas más profundas del tejido, aumentar la sensibilidad al voltaje y mejorar las propiedades espectrales de forma tal que se controlen simultáneamente múltiples parámetros (es decir, ion transitorio, pH). 

Y la evidencia es que los colorantes hechos con fluoróforo 3 muestran una sensibilidad y un potencial de voltaje mejorados para las aplicaciones en esta área (Faye et al., 2017). Es claro que los mecanimos específicos y holísticos en neurocardiología subyacen en comprender por completo fenómenos relacionados con las diversas patologías, que en seres humanos aún no ha sido tan importante considerar, en el mundo. En medicina veterinaria, no existen datos internacionales publicados sobre neurocardiología veterinaria. Esta área podría ser un ejemplo para iniciar una buena propuesta de doctorado o posdoctorado. Una hipótesis universal es aquella donde el corazón, particularmente cuando está enfermo, tiene más probabilidades de desarrollar arritmia cuando las estructuras del sistema nervioso central se activan (Davis y Natelson, 1993). La finalidad fue conocer el tipo de daño entre el corazón-cerebro en estados patológicos. Analizando los datos más significativos sobre neurocardiología veterinaria en relación a los avances en México y a nivel internacional. 

Principales causas de lesión 

La causa principal de la lesión neurológica es la búsqueda de la identificación de las partículas gaseosas, orgánicas o inorgánicas generadas durante la cirugía cardiaca, que se bloquea en las arterias del cerebro. La consecuencia es una isquemia cerebral, el daño al núcleo del tracto solitario (NTS, Nucleus Tractus Solitarius) que puede afectar negativamente al núcleo ambiguo, núcleo motor dorsal del vago, hipogloso, parabraquial y locus cerúleo, el hipocampo (ver, figura 1), la corteza entorrinal, la corteza prefrontal, la amígdala, la ínsula y muchos nódulos clave en el tronco cerebral (Zou et al., 2017). Además, la consiguiente disfunción neuronal y sináptica en el NTS puede afectar sus vías interconectadas, impactando casi en su totalidad al CNS. Otro tipo de lesiones cerebrales estructurales, incluyen tumores que también ocurren después de una cirugía cardiaca y pueden contribuir a los déficits fisiológicos y conductuales en las respuestas (Zou et al., 2017). 

Remodelación cardiaca 

El término "remodelación" fue uti-lizado por primera vez en 1982 por Hockman y Buckey, en un modelo de infarto de miocardio (MI, Myo-cardial Infarction). Este término fue diseñado para caracterizar el re-emplazo de tejido infartado con te-jido cicatricial. Janice Pfeffer fue la primera investigadora en utilizar el término remodelación en el contex-to actual, para describir el aumento progresivo de la cavidad ventricu-lar izquierda en el modelo experi-mental de MI en ratas. Por lo que la remodelación cardíaca se define como un grupo de cambios molecu-lares, celulares e intersticiales que se manifiestan clínicamente como cambios en el tamaño, la masa, la geometría y la función del corazón después de una lesión (Azevedo, Polegato, Minicucci, Paiva, y Zor-noff, 2016). E identificando tres mecanismos principales implica-dos en la muerte de miocitos: apop-tosis o muerte celular programada, necrosis y autofagia. A pesar de los diversos estímulos patológicos, hay muchas características comu-nes en la respuesta hipertrófica en diferentes enfermedades cardíacas. Además de la mayor masa de car-diomiocitos, la reorganización del sarcómero y la deposición de la matriz extracelular, recientemente se han apreciado otras caracterís-ticas comunes, incluida la señali-zación inflamatoria y la activación de las células inmunes. Numerosos tipos de células participan sin duda en la orquestación de esta comple-ja respuesta patológica. El corazón está formado por una población he-terogénea de células que incluyen cardiomiocitos y no cardiomioci-tos, y ahora está claro que la señali-zación y comunicación intercelular entre estos tipos de células es críti-ca en la fisiopatología de la hiper-trofia ventricular y la remodelación (Azevedo et al., 2016). También, el corazón contiene una población heterogénea de macrófagos que es-tán presentes en el tejido cardíaco sano y lesionado (Azzawi et al., 2005). Al igual que los macrófagos tisulares en el cerebro y el hígado, la mayoría de los macrófagos en el corazón se establecen embriona-riamente a partir del saco vitelino y los progenitores del hígado fetal. Los subconjuntos de macrófagos residentes se mantienen mediante la proliferación local y, en menor medida, el reclutamiento de mono-citos. Esto es coherente con otros hallazgos recientes que demuestran que, en ausencia de enfermedad, la mayoría de las poblaciones de ma-crófagos tisulares se mantienen lo-calmente mediante autorenovación (Frieler y Mortensen, 2015).

Hoy en día se establece que es po-sible detectar un aumento en la so-brecarga simpatética en un número constante de enfermedades cardio-vasculares, desde la hipertensión hasta la insuficiencia cardíaca con-gestiva y en enfermedades meta-bólicas como la obesidad y la dia-betes. El círculo vicioso entre el desequilibrio simpático, el corazón y la vasculatura generalmente se deteriora aún más por la disfunción renal que también está asociada con una mayor actividad del sistema nervioso, lo que lleva a un resulta-do clínico adverso (Tsioufis, 2017). Para medir y estudiar el tono del sistema nervioso, se han propuesto muchos métodos, como los niveles plasmáticos de noradrenalina y los parámetros de la frecuencia cardía-ca. La técnica con noradrenalina es el "estándar de oro", dado que re-fleja patrones regionales de sobre-impulso simpático. Sin embargo, el registro de múltiples unidades de la actividad nerviosa simpática muscular que se obtiene de un mi-croelectrodo insertado en un nervio peroneo posterior a la cabeza del peroné constituye un método más fácil y reproducible para evaluar el impulso simpático en muchos estu-dios y unidades especializadas en neurocardiología (Tsioufis, 2017). 

Ritmo 

Los ritmos son la base de todos los sistemas fisiológicos y de suma importancia para la vida animal y humana. Estos ritmos abarcan una amplia gama de frecuencias desde el rango de milisegundos (potencia-les de acción, EEG) hasta segundos (ECG, circulación, respiración) e in-cluso escalas de tiempo más largas, como los ritmos circadianos y el ci-clo de vida en el organismo. Una cla-se de ritmos con una frecuencia do-minante de 0.1 Hz es característica de la presión arterial (ABP, Arterial Blood Pressure) y la frecuencia car-díaca (HR, Heart Rate), estos ritmos se conocen comúnmente como Ma-yer u ondas-M. Tales oscilaciones lentas no solo son bien conocidas en el sistema cardiovascular, sino que también se han informado en el cerebro en forma de oscilaciones hemodinámicas y neuronales. Ade-más de las fluctuaciones de disponi-bilidad de oxígeno del tejido cortical a 6/min y fluctuaciones lentas en la actividad neuronal entre 0.01 y 0.2 Hz en estado de reposo, con picos de frecuencia dominante alrededor de 0.1 Hz, las oscilaciones lentas en EEG y ECoG son de especial interés (Pfurtscheller et al., 2017). Recientemente, se informó sobre oscilaciones intrínsecas de poten-cia EEG beta y alfa lentas a 0.1 Hz en áreas sensoriomotoras. Además, Foster y Parvizi (2012) se refirieron a las modulaciones de potencia beta, gamma y theta/gamma en múltiples electrodos de ECoG colocados en la corteza posteromedial humana con picos espectrales constantes distri-buidos alrededor de 0,1 Hz. 

La interacción entre el cerebro y el corazón representada por el rápi-do control circulatorio central y la activación del vago a través de las neuronas en la corteza prefrontal ha sido objeto de varios estudios. Julien (2006), informando sobre el llama-do "enigma de las ondas de Mayer", propuso dos teorías para explicar su origen: la teoría del marcapasos y la teoría del barorreceptor. La primera presupone la existencia de control cardiovascular central a través de co-mandos centrales. Varios estudios de simulación que predicen las ondas de Mayer han demostrado que una característica importante del ciclo baroreflejo es la fuerte dominancia de las oscilaciones alrededor de 0.1 Hz. Por tanto, hasta donde sabemos, no se ha proporcionado evidencia empírica en estudios humanos para el origen central (teoría del marcapa-sos) de las ondas de Mayer (Pfurts-cheller et al., 2017).

Por otra parte, el ANS regula todos los aspectos de la función cardía-ca normal, y juega un papel crítico (Shivkumar et al., 2016) en la fisio-patología de la enfermedad cardio-vascular (Hanna et al., 2017). Des-empeñando un papel como factor desencadenante y predisponente en la patogénesis de la arritmia. El término "ANS" fue acuñado por primera vez por Langley en 1921 y ha sido implicado en numerosas afecciones, incluidas las anomalías del corazón. El corazón recibe infor-mación tanto de los sistemas simpá-tico como parasimpático, regulando la frecuencia cardíaca, el ritmo y la contractilidad. La inervación sim-pática del corazón se origina princi-palmente en los ganglios estrellados derecho e izquierdo (Franciosi et al., 2017). Por otro lado, la actividad parasimpática cardíaca está mediada por el nervio vago que se origina en la médula. Los efectos del sistema simpático están mediados principalmente por las acciones del neurotransmisor norepinefrina (noradrenalina) en los receptores alfa y beta adrenérgicos junto con los co-transmisores, inclui-dos el neuropéptido Y y la galanina. La estimulación (ver, figura 3 y 4) simpá-tica aumentada incrementa la descarga del nódulo sinoauricular (SAN, Sinoa-trial Node) y aumenta la conducción del nódulo auriculoventricular (AVN, Atrioventricular Node), lo que conduce a un aumento de la frecuencia cardía-ca y la contractilidad. Los efectos del sistema parasimpático están mediados principalmente por la activación con acetilcolina de los receptores nicotínicos muscarínicos y preganglionares, y da como resultado una disminución de la frecuencia cardíaca y la contractilidad (Franciosi et al., 2017).

Este ANS permite el control integrativo de las vísceras para garantizar la supervivencia del organismo. Específicamente, el ANS cardíaco juega un papel crucial para mantener el ritmo normal y mantener la circulación de la sangre. Lo que indica que el ANS cardíaco regula intrincadamente todas las funciones fisiológicas (ver, figura 2) críticas del corazón (cronotropía, dromotropía, inotropía y lusitropía). La interacción del ANS y el corazón es evidente en la fisiopatología de la mayoría de las enfermedades cardiovas-culares (Hanna et al., 2017).

Intervenciones terapéuticas 

El control autonómico de la función cardiovascular está bajo la influencia del CNS. De manera que la farmacoterapia es actualmente el pilar del tratamiento de la insuficiencia cardíaca, la isquemia y la arritmia, las estrategias neuromoduladoras dirigidas a las vías de control central son prometedoras en el tratamiento futuro de estas afecciones (Tahsili- Fahadan y Geocadin, 2017). Actualmente se están llevando a cabo intensas investigaciones en el campo de la farmacología y nuevas terapias de intervención, como denervación renal y neuromodulación, mediante el uso de diversos dispositivos y técnicas en entornos tales como hipertensión e insuficiencia cardíaca congestiva (Tsioufis, 2017). Es evidente que la neurocardiología es el andamiaje clínico de la interconexión del corazón con el sistema de control neurohumoral y proporciona herramientas de diagnóstico y nuevas vías terapéuticas prometedoras. La organización de unidades dedicadas de neurocardiología es la realidad actual en varias clínicas en todo el mundo para abordar mejor el concepto de trastornos relacionados con el eje cerebral. La experiencia de estas iniciativas y el "despertar" de los médicos con respecto a las presentaciones clínicas comunes de los casos de neurocardiología y sus soluciones terapéuticas se necesitan con urgencia (Tsioufis, 2017). 

Perspectivas futuras 

Nuestro conocimiento de la interacción del corazón y el cerebro se ha expandido y profundizado significativamente en las últimas décadas, gracias al enfoque clásico desde molecular, a celular, a órgano y a sistemas. Desde la perspectiva de las neurociencias clínicas, es hora de aprovechar los avances. Las técnicas de laboratorio recientes, como optogenética y CLARITY (un método para hacer que el tejido cerebral sea transparente), brindan la oportunidad de modular específicamente las células con alta resolución temporal y espacial in vivo (Tahsili- Fahadan y Geocadin, 2017). También se han hecho grandes avances en neuroimágenes estructurales y funcionales. A medida que comprendamos mejor los mecanismos fisiopatológicos subyacentes, desarrollaremos mejores herramientas de diagnóstico y definiremos los riesgo. Necesitamos comprender mejor cómo interactúan estos sistemas mientras están normales y en un estado de enfermedad. Estos enfoques requieren colaboración cruzada entre múltiples disciplinas y especialistas, incluidos neurólogos, neurocirujanos, cardiólogos, cirujanos cardíacos, intensivistas y especialistas en traumatología y medicina de emergencia (Tahsili-Fahadan y Geocadin, 2017). 

Conclusión

Este primer estudio a demostrado una clara evidencia de la falta de visión e integración holística en un organismo vivo, en un proceso fisiopatológico-terapéutico. Donde el desconocimiento holístico o integrado incrementa de manera significativa un desorden orgánico e incluso multiple. Lo que se sugiere considerar nuevos enfoques integrativos en cualquier tipo de enfermedad. Esto es posible porque tenemos una inteligencia que va más allá de lo que nosotros sabemos. No debe sorprendernos que los estados mentales tanto de animales y humanos sean capaces de promover o suprimir mecanismos de curación en diferentes regiones del cuerpo. El neurofarmacólogo Candace Pert declaró: "El cuerpo es tu mente subconsciente. El cuerpo físico puede ser cambiado por las emociones que experimentamos. Y las emociones no expresadas se alojan literalmente en el cuerpo. En otras palabras, un sentimiento provocado en la mente o el cuerpo se traducirá como un péptido liberado. La forma en que un péptido estimula un receptor determina si una experiencia surge en la conciencia consciente o se mantiene en el nivel del subconsciente. Avanzar en la comprensión de la relación corazón-cerebro será importante para facilitar el tratamiento de los síntomas clínicos. 

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Neurocardiología veterinaria y la 

interacción con diversas patologías 

Veterinary neurocardiology and the interaction with various pathologies 
PALABRAS CLAVE > Neurocardiología veterinaria > Corazón-cerebro > Perros > Seres humanos > Sistema nervioso central > Sistema nervioso autónomo > Arritmias > Electrocardiograma > Ecocardiograma > Insuficiencia cardiaca > Remodelación cardiaca 

1Ruiz Castañeda G., 2Medina Domenzáin R., 3Gutiérrez Vargas M.E., 

4Jiménez Torres R., 5Espinosa Aranda O., 6Osuna Brito R. 

1,2,3,4,5Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco. 

1,2,3,4Departamento de Producción Agrícola y Animal. 

1Perito en Medicina Veterinaria del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa. 

1,4Asociación Nacional de Médicos Veterinarios Zootecnistas al Servicio de la Salud Animal, A.C. 

6Universidad Autonoma de Sinaloa. 1zoogenia@yahoo.com.mx 

Resumen

 Existen más de 50.000 neuronas sensoriales transmitiendo información e interactuando desde el corazón al cerebro y visceversa. Esto llevó a los expertos a denominar al corazón el pequeño cerebro, acuñando el campo como neurocardiología. El vínculo del corazón-cerebro se conoce desde hace varios siglos, pero ha sido poco estudiado y aplicado. Esta área denomiada neurocardiología, examina la interacción del sistema nervioso autónomo y cardiovascular, especialmente en estados patológicos. El objetivo fue conocer los daños que existen entre el corazón y el cerebro en estados patológicos, casos de neurocardiología veterinaria en relación a los avances en México y a nivel internacional. La influencia de la interacción del cerebro sobre el corazón puede incluir arritmias, anomalías de la repolarización en el electrocardiograma, necrosis del miocardio y disfunción autonómica. Por lo que es importante comprender los mecanismos en neurocardiología que subyacen en los fenómenos relacionados con las diversas patologías, que en seres humanos comienza a ser importante, en el mundo. En medicina veterinaria a nivel mundial no existen datos científicos publicados sobre neurocardiología veterinaria. Sin duda, esta área podría ser un ejemplo para iniciar una buena propuesta doctoral o posdoctoral. Este primer estudio demuestra una clara evidencia de la falta de datos, visión e integración holística de un organismo vivo en los procesos fisiopatológicos-terapéuticos en neurocardiología. Avanzar en la comprensión de la relación corazón-cerebro será importante para facilitar el tratamiento de los síntomas clínicos en todas las especies. A nuestro entender este es el primer documento publicado que debería abordar aspectos en neurocardiología veterinaria. 

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