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Piodermas y su manejo con terapia natural.

 
PALABRAS CLAVE >  Pioderma > lesiones cutáneas > bacterias > hongos > folículos pilosos > piel > microbiota

Departamento Técnico Lapisa

Animales de Compañia.

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Introducción

La superficie de la piel en animales y humanos está colonizada por bacterias que residen en la epidermis superficial y el infundíbulo de los folículos pilosos (Gortel, 2013). La enfermedad de la piel es una de las razones más comunes por las que los perros de compañía se presentan para la atención veterinaria, siendo la pioderma de las principales enfermedades que afectan a la piel canina. La pioderma canina es ocasionada por la proliferación de la microbiota normal o de la microbiota transitoria de la piel. Se ha sugerido que esto es en parte una consecuencia del estrato córneo canino comparativamente delgado y compacto, de la escasez de emulsión intracelular en la epidermis canina y de la falta de un tapón de sebo en el folículo piloso canino (Summers et al., 2014; Loeffler y Lloyd, 2018).

Clasificación

Las piodermas se clasifican como primarias o secundarias de acuerdo con la ausencia o presencia de una causa subyacente, pudiendo también ser clasificadas de acuerdo con la profundidad de la infección en: pioderma de superficie, pioderma superficial y pioderma profunda. En general, cuanto más profunda es la pioderma más grave es el proceso, aunque la gravedad también depende de la extensión de las lesiones (Scott et al., 2001; Harvey, 2007; Summers et al., 2014). Sin embargo, si bien esta clasificación es útil para determinar el pronóstico y la duración esperada de la terapia, no es útil para el diagnóstico (Beco et al., 2013).

Pioderma de superficie y superficial

La pioderma de superficie y superficial se restringe a la epidermis y no penetra por debajo de la membrana basal. Estas piodermas son típicamente exudativas. 

 

La pioderma de superficie incluye presentaciones frecuentes, como dermatitis húmeda aguda ('parches calientes', dermatitis piotraumática), pioderma del pliegue (intertrigo) y 'síndrome de sobrecrecimiento microbiano / bacteriano', en el que el eritema es el único signo clínico, pero en el que hay un gran número de bacterias sobre la piel inflamada. Mientras que la pioderma superficial implica foliculitis bacteriana que se extiende al ostium folicular y al tejido epidérmico. 

 

Los perros con pioderma superficial se presentan con pápulas, pústulas y collaretes epidérmicos, típicamente en el abdomen ventral y medial de los muslos (Figura 1 y 2), o en el tronco, a menudo asociados con áreas de alopecia y diversos grados de prurito; la forma interfolicular (impétigo) ocurre principalmente en cachorros (Beco et al., 2013; Loeffler y Lloyd, 2018). 

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Pioderma profundo

Las piodermas profundas penetran debajo de la membrana basal hacia la dermis y los tejidos más profundos. Es menos común, pero más grave, ya que su expansión hacia la dermis y su proximidad a los vasos sanguíneos aumenta el riesgo de diseminación hematógena y bacteriemia. Se puede observar con cualquier desencadenante subyacente o inmunodeficiencia adquirida, pero comúnmente se asocia con demodicosis. 

Las lesiones incluyen drenaje de los senos nasales, fístulas, costras hemorrágicas, nódulos y diversos grados de eritema e hinchazón; el dolor no es infrecuente. 

 

Las formas localizadas comunes de pioderma profunda afectan la cabeza ("acné de la barbilla", foliculitis del hocico y furunculosis) o las extremidades (nódulos interdigitales, pioderma de callo y "granuloma por lamido acral") (Beco et al., 2013; Loeffler y Lloyd, 2018). 

 

Casusas

Si bien Staphylococcus pseudintermedius (una especie estafilocócica coagulasa positiva) es el principal patógeno asociado con las lesiones de pioderma superficial canino, otras bacterias también pueden ser responsables.

Además, la presencia de S. pseudintermedius no indica una infección, ya que se sabe que es un comensal en la piel canina (con frecuencia puede aislarse de los sitios mucocutáneos orales, nasales, genitales y anales). En cambio, un aumento en la abundancia de S. pseudintermedius es característico de la infección. En algunos casos, también se pueden aislar otras bacterias estafilocócicas (por ejemplo, S. aureus, S. schleiferi) y no estafilocócicas (por ej, Escherichia coli, Pseudomonas o Proteus) de la piel afectada. Estas especies pueden actuar como patógenos primarios de pioderma, particularmente en pacientes inmunodeprimidos, generalmente son agentes infecciosos secundarios o simplemente contaminantes de lesiones (Gortel, 2013; Summers et al., 2014; Older et al., 2020). 

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Figura 1 y 2. Paciente canino cocker de 8 años presentando una pioderma generalizada con pústulas pápulas, collaretes epidérmicos y prurito intenso.

La pioderma canina suele ser secundaria a uno o más procesos patológicos subyacentes que comprometen los mecanismos de defensa que protegen la piel de las infecciones. La recurrencia de las lesiones de pioderma después de un tratamiento antimicrobiano exitoso es común si las afecciones primarias no se diagnostican o no se tratan de manera adecuada (Summers et al., 2014). Los desencadenantes subyacentes comunes, como las infestaciones de ectoparásitos, las enfermedades alérgicas de la piel (por ej, dermatitis atópica, reacciones cutáneas adversas a los alimentos) y las endocrinopatías, se han asociado durante mucho tiempo con la pioderma, y se considera que la enfermedad alérgica probablemente sea la principal causa de las formas recurrentes de pioderma (Loeffler y Lloyd, 2018; Older et al., 2020).

 

Signos clínicos

Las consecuencias clínicas para los perros afectados individualmente y la escala de la carga de la enfermedad a nivel de la población son preocupantes cuando se considera el impacto general de la pioderma en el bienestar canino. La afección causa diversos grados de dolor y prurito según la profundidad y extensión de las lesiones asociadas (Summers et al., 2014).

 

Diagnóstico

Los signos clínicos suelen ser muy sugestivos de pioderma, pero el diagnóstico debe confirmarse mediante citología y, cuando sea necesario, cultivo bacteriano y pruebas de sensibilidad a antibióticos. Los antimicrobianos no deben utilizarse de forma especulativa basándose únicamente en los signos clínicos (Beco et al., 2013). Teniendo en cuenta su etiología secundaria y la necesidad de un uso responsable de agentes antimicrobianos, un diagnóstico siempre debe incluir (Loeffler y Lloyd, 2018):

 

El reconocimiento de lesiones cutáneas sugestivas y la posible profundidad de la infección.

 

Confirmación de infección bacteriana mediante citología.

 

Identificación de la enfermedad primaria subyacente.

 

Citología

La citología cutánea es una de las herramientas más valiosas, rápidas y económicas de la dermatología veterinaria. Aunque puede recolectarse y examinarse de diversas formas, en todos los casos el objetivo es examinar las lesiones en busca de organismos patógenos (cocos, bacilos, levaduras u otros) y evaluar la respuesta celular o infiltrado (Figura 2) (Gortel, 2013).

 

Es una técnica simple, rápida y mínimamente invasiva, que se puede realizar en animales plenamente conscientes con un riesgo mínimo y sin daños duraderos (Beco et al., 2013).

 

Técnicas citológicas 

Hay varios métodos diferentes, algunos de los cuales se adaptan mejor a determinadas condiciones y situaciones que otros. Las técnicas incluyen:

• Tiras de cinta adhesiva (lesiones secas, grasosas, descamadas o erosionadas, útil para superficies irregulares o sitios restringidos)

 

• Frotis de impresión directa (lesiones húmedas o seborreicas) 

 

• Frotis de impresión indirecta (El material se puede recolectar y transferir a portaobjetos utilizando hisopo, espátula, hojas de bisturí)

 

• Aspirados con aguja fina (masas cutáneas y ganglios linfáticos agrandados)

Cultivo bacteriano

Tiene un valor limitado en el diagnóstico inicial de pioderma. Es probable que produzca estafilococos de piel infectada y no infectada y, por lo tanto, no puede distinguir la piel infectada de la colonizada. Sin embargo, el cultivo bacteriano y las pruebas de sensibilidad a los antimicrobianos son esenciales para la selección de la terapia sistémica una vez establecido el diagnóstico (Loeffler y Lloyd, 2018).

 

Biopsia

Las biopsias son preferibles para lesiones más profundas, ya que las bacterias en la superficie de la piel pueden no ser representativas de los organismos más profundos (Beco et al., 2013).

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Figura 2. Citología de pústula del paciente presentado en figuras 1 y 2, tomada con impresión directa con portaobjetos

Tratamiento tópico

El tratamiento tópico de las infecciones bacterianas de la piel ha sido una parte importante de la dermatología veterinaria desde sus inicios. Siempre se ha recomendado la terapia antibacteriana tópica para las infecciones superficiales y, en combinación con la terapia sistémica, para las piodermas superficiales y profundas. Sin embargo, estudios más recientes han proporcionado una buena evidencia de que la terapia tópica puede ser eficaz como el único tratamiento antibacteriano en la pioderma superficial, incluidos los casos con MRS. Idealmente, el tratamiento tópico aplicado debe ser eficaz, un vehículo de administración adecuado, un tiempo de contacto adecuado y una actividad residual. 

Estas 4 variables determinan el éxito del tratamiento (Jeffers, 2013; Loeffler y Lloyd, 2018).

 

La terapia tópica con tratamientos alternativos es cada vez más estudiada y ha demostrado ser funcional para evitar la aparición de estafilococos resistentes a múltiples fármacos (Clark et al., 2016). El uso de productos tópico que contiene aceites esenciales y ácidos grasos derivados de plantas y compuestos con propiedades antimicrobianas como aceite de Manuka y N-acetilcisteína con propiedades antioxidantes que ha sido probado en piodermas y casos de otitis externa canina con buenos resultados (Babić et al., 2017). Los productos de origen natural pueden ayudar a acelerar la resolución del pioderma y puede permitir un tiempo de tratamiento antimicrobiano más corto (Bensignor et., al 2016), diversos estudios demuestran efectos antibacterianos y antifúngicos a base de ácidos grasos derivados de extractos y aceites esenciales de plantas (Cerrato et al., 2013).

 

Hiller y Col (2014) mencionaba que el pioderma superficial canino típicamente requiere 3–4 semanas de tratamiento, sin embargo, con PYOclean® shampoo, mousse y spray citológicamente se presentó una mejoría estadísticamente significativa desde el día 7 en los polimorfonucleares y cocos cuando se comparó con Biohex® shampoo. De igual forma debido a sus propiedades antimicrobianas fue funcional para bacilos y levaduras. El uso repetido de biocidas como la clorhexidina puede estar asociado con irritación, sequedad de la piel y susceptibilidad relacionada con mutaciones del gen qacA que codifica para la proteína de resistencia antiséptica (Horner et al., 2012), por lo tanto, el uso de productos de origen natural es más seguro para evitar la resistencia antimicrobiana.

Referencias

1. Bensignor E, Fabriès L, Bailleux L. (2016) A split-body, randomized, blinded study to evaluate the efficacy of a topical spray composed of essential oils and essential fatty acids from plant extracts with antimicrobial properties. Veterinary Dermatology, 27(6):464–e123.

 

2. Cerrato S, Ramió-Lluch L, Fondevila D, Rodes D, Brazis P, Puigdemont A. (2013) Effects of Essential Oils and Polyunsaturated Fatty Acids on Canine Skin Equivalents: Skin Lipid Assessment and Morphological Evaluation. Journal of Veterinary Medicine, 9.

 

3. Clark SM, Loeffler A, Bond R. (2015) Susceptibility in vitro of canine methicillin-resistant and -susceptible staphylococcal isolates to fusidic acid, chlorhexidine and miconazole: opportunities for topical therapy of canine superficial pyoderma. J Antimicrob Chemother, 70(7):2048–2052.

 

4. Gortel, K. (2013) Recognizing Pyoderma. Veterinary Clinics of North America: Small Animal Practice, 43(1), 1–18.

 

5. Horner C, Mawer D, Wilcox M. (2012) Reduced susceptibility to chlorhexidine in staphylococci: is it increasing and does it matter? J Antimicrob Chemother, 67: 2547–2559.

 

6. Jeffers, James G. (2013). Topical Therapy for Drug-Resistant Pyoderma in Small Animals. Veterinary Clinics of North America: Small Animal Practice, 43(1), 41–50.

 

7. Loeffler, A., Lloyd, D.H. (2018) What has changed in canine pyoderma? A narrative review. The Veterinary Journal, 235, 73–82.

 

8. Older, C.E., Hoffmann, A.R., Hoover, F., Banovic, F. (2020) Characterization of Cutaneous Bacterial Microbiota from Superficial Pyoderma Forms in Atopic Dogs. Pathogens, 9(8), 638.

 

9. Summers, J.F., Hendricks, A., Brodbelt, D.C. (2014) Prescribing practices of primary-care veterinary practitioners in dogs diagnosed with bacterial pyoderma. BMC Veterinary Research 2014, 10:240.

 

10. Beco, L., Guaguère, E., Méndez, C.L., Noli, C., Nuttall, T., Vroom, M. (2013) Suggested guidelines for using systemic antimicrobials in bacterial skin infections (1): diagnosis based on clinical presentation, cytology and culture. Veterinary Record, 172, 72-78. 

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