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Presencia de Leptospira spp. en Latinoamérica: Un latente riesgo zoonótico para la salud pública.

PALABRAS CLAVE > Leptospira > enfermedad zoonótica > huéspedes reservorio > vigilancia epidiomológica > prevención vacunación.

Departamento Técnico Lapisa.

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Introducción

La leptospirosis es una enfermedad zoonótica emergente de distribución mundial, es causada por la bacteria espiroqueta móvil del género Leptospira (Pailhorie`s et al., 2015). Los diferentes estudios han mostrado que los huéspedes reservorio albergan a la bacteria en los túbulos renales y la excretan al contaminar el medio ambiente, a diferencia de los huéspedes incidentales que se infectan por contacto con la orina de un huésped reservorio o con agua o suelo contaminados. Por lo que, las infecciones de huéspedes incidentales, como perros o personas, con leptospiras patógenas puede conducir al síndrome clínico de leptospirosis. Las leptospiras pueden penetrar superficies mucosas intactas o causar abrasiones en la piel, provocando una fase bacteriémica, que dura hasta 10 días. (Greenlee et al., 2005). Entonces, las bacterias pueden invadir el riñón y el hígado, entre otros órganos y pueden ser excretadas en la orina, pudiendo contaminar agua, alimentos y ser ingeridas por otros animales sanos (Sykes et al., 2011). El diagnostico puede realizarse por cultivo o métodos moleculares como el PCR o ELISA. Una de las piezas clave para la prevención es la vacunación, es por esta razón que se encuentran disponibles comercialmente distintos tipos de activos. La inmunidad inducida por la vacuna está serológicamente restringida, relacionada a serovares y es generalmente de corta duración, lo que requiere una revacunación anual.

 

La leptospirosis en perros es prevalente en todo el mundo y, además de ser una causa de enfermedad canina, presenta un riesgo zoonótico para los contactos humanos (Klaasen, et al., 2015). Por lo tanto, el objetivo de este artículo es mostrar información actualizada del estatus de la Leptospirosis canica para abordar temáticas para la prevención de la enfermedad y evitar el riesgo de zoonosis. 

Características de la bacteria

Estas bacterias aerobias son organismos delgados en forma de espiral (Figura 1) con extremos ganchudos (Pailhorie`s et al., 2015). Aunque hay más de 20 especies reconocidas de Leptospira (L), los agentes causantes de la enfermedad en perros son principalmente de las especies L. interrogans y L. kirschneri (Hamond et al., 2016). 

Varios serovares antigénicamente distintos de L. interrogans sensu lato son responsables de la enfermedad en perros. Los serovares más comúnmente incriminado en la infección canina y sus reservorios comunes incluyen L. canicola (perro), L. icterohaemorrhagiae (roedores), L. grippotyphosa (mapache, zorrillo, zarigüeya, campañol), L. pomona (bovinos, porcinos, zorrillos, zarigüeyas) y L. Bratislava (roedores, cerdos) (Greene, 1998).

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Figura 1. L. interrogans aislada de un paciente canino de 8 años. Micrografía electrónica de barrido (SEM) mejorada en color. Dos espiroquetas unidas a un filtro de 0,2 micrómetros (Pailhorie`s et al., 2015).

Figura 1. L. interrogans aislada de un paciente canino de 8 años. Micrografía electrónica de barrido (SEM) mejorada en color. Dos espiroquetas unidas a un filtro de 0,2 micrómetros (Pailhorie`s et al., 2015).

Formas de transmisión

La leptospirosis se transmite por la orina de un animal infectado, Las especies de mamíferos excretan leptospiras patógenas en la orina y sirven como reservorios para su transmisión. Los patógenos se mantienen en ambientes selváticos y domésticos por transmisión entre especies de roedores. En estos reservorios, la infección produce un estado de portador crónico asintomático. Las Leptospiras pueden entonces infectar al ganado y a los animales domésticos y salvajes y causar una variedad de manifestaciones de enfermedades y estados portadores (Figura 2). El mantenimiento de la leptospirosis en estas poblaciones se debe a su continua exposición a roedores o a la transmisión dentro de los rebaños de animales (Radostits et. al., 2000).

Figura 2. El ciclo de la infección por Leptospira spp. Los humanos son un huésped accidental y no arrojan un número suficiente de bacterias para servir como reservorios para la transmisión (Tomado de Ko et al., 2009).

Figura 2. El ciclo de la infección por Leptospira spp. Los humanos son un huésped accidental y no arrojan un número suficiente de bacterias para servir como reservorios para la transmisión (Tomado de Ko et al., 2009).

La leptospirosis se transmite a los humanos por contacto directo con animales reservorio o por exposición a aguas superficiales ambientales o suelo que está contaminado con su orina. Las bacterias penetran la piel lesionada o las membranas mucosas, ingresan al torrente sanguíneo y se diseminan por todo el tejido corporal. La infección causa una enfermedad febril aguda durante la fase "leptospiraémica" temprana y progresa durante la fase 'inmune' tardía para causar manifestaciones multisistémicas graves, como disfunción hepática e ictericia, insuficiencia renal, síndrome de hemorragia pulmonar, miocarditis y meningoencefalitis. Aunque la respuesta inmune finalmente elimina los patógenos, las bacterias pueden persistir durante períodos prolongados en distintos sitios como los túbulos renales y la cámara anterior y el humor vítreo del ojo, donde pueden producir, respectivamente, excreción urinaria semanas después de la resolución de la enfermedad y uveítis meses después de la exposición.

Signos clínicos

 

Hay cuatro formas de infección por leptospirosis en perros, como hiperaguda, subaguda, agudo y crónico (Tabla 1). Se puede presentar pirexia y sensibilidad muscular generalizada como primeros signos clínicos en leptospirosis aguda seguida de vómitos, deshidratación rápida, y colapso vascular periférico. 

 

En los perros, el período de incubación (tiempo desde la exposición hasta los signos de enfermedad clínica) varía entre 3 y 20 días; los signos más comunes de la enfermedad son anorexia, letargo, vómitos, fiebre, pérdida de peso, polidipsia/poliuria, diarrea, dolor abdominal/lumbar e ictericia/ictericia (Adin et al., 2000).  

Tabla 1. Tabla resumen de las características clínicas de la leptospirosis canina 

La leptospirosis en perros puede manifestarse también con signos de vasculitis, lesión renal aguda y/o daño hepático, que son variables según la cepa infectante y el sistema de respuesta inmunológica del huésped. Otras presentaciones clínicas en perros pueden incluir fiebre, ictericia, vómitos, diarrea, coagulación diseminada, uremia por insuficiencia renal, hemorragias y muerte, si el animal fallece se ha descrito algunos hallazgos posmortem importantes que evidencian la presencia de la enfermedad (Figura 3) (White et al., 2017).

Figura 3. Hallazgos clínicos y post mortem de leptospirosis aguda. Se puede observar a un perro ictérico con infección aguda por leptospirosis, mucosas ictéricas, en la necropsia se observó el hígado ictérico (Tomado de Khan et al., 2009).

Figura 3. Hallazgos clínicos y post mortem de leptospirosis aguda. Se puede observar a un perro ictérico con infección aguda por leptospirosis, mucosas ictéricas, en la necropsia se observó el hígado ictérico (Tomado de Khan et al., 2009).

Métodos diagnósticos

Cuando la enfermedad se identifica temprano y se instituye la terapia apropiada, las tasas de supervivencia se aproximan 80% (Goldstein et al., 2006). Las Leptospiras pueden penetrar superficies mucosas intactas o abrasiones en la piel, provocando una fase bacteriémica, que dura hasta 10 días (Greenlee et al., 2005). Entonces, las bacterias pueden invadir el riñón y el hígado, entre otros órganos, y las bacterias se excretan en la orina (Sykes et al., 2011).  Los anticuerpos IgM antileptospira son detectados en la primera semana de la infección, aumentando rápidamente durante la infección. Los anticuerpos IgG antileptospira aumentan a niveles detectables aproximadamente 2 semanas después de la infección.  Todos estos principios pueden ayudar a guiar al veterinario sobre la prueba de diagnóstico y la muestra (s) apropiadas para enviar según el momento del examen relativo al inicio de la enfermedad (Sykes et al., 2011).  

Para el diagnóstico de la enfermedad debe tomarse en cuenta la historia clínica pero también existen algunos métodos que pueden apoyar el diagnostico. El primer grupo incluye directos por visualización de las Leptospiras mediante cultivo, microscopía de campo oscuro o detección de ADN bacteriano mediante la reacción en cadena de la polimerasa (PCR). Estas pruebas diagnósticas son las más útiles al principio del curso de la enfermedad y antes del uso de fármacos antimicrobianos cuando el número de bacterias es más alto en la sangre y la orina. El segundo grupo son las pruebas están diseñados para detectar anticuerpos contra Leptospira, tradicionalmente utilizando la prueba de aglutinación microscópica (MAT), debido a que los títulos de MAT pueden ser bajos o negativos inicialmente, se recomiendan pruebas agudas y de convalecencia (Reagan et al., 2019).

La vacunación: un pilar en la prevención de la Leptospirosis

La leptospirosis es una infección bacteriana causada por espiroquetas del género Leptospira, incluidas L interrogans y L kirschneri. Los antígenos de superficie delimitan múltiples serovariedades diferentes, y las serovariedades asociadas a enfermedades predominantes varían con la ubicación geográfica y con el tiempo. En el pasado, las serovariedades Canicola e Icterohemorrhagiae de L. interrogans predominaban en los perros norteamericanos, y las vacunas para estas serovariedades han estado disponibles desde la década de 1960 (Spickler et al., 2003).

  

En años más recientes, las serovariedades Pomona, Bratislava y Autumnalis de L. interrogans y la serovar Grippotyphosa surgieron como patógenos caninos importantes. Las vacunas tetravalentes para uso en América latina ahora incluyen la adición de bacterinas serovares Pomona y Grippotyphosa. Los estudios anteriores indicaron que se debe recomendar el uso de vacunas de 4 serotipos para la protección contra los patógenos más relevantes porque las vacunas inducen solo una inmunidad parcial o nula frente a los serogrupos heterólogos (AAHA Canine Vaccination Guidelines 2011).

 

La vacunación contra la leptospirosis puede inducir anticuerpos que pueden dar lugar a pruebas serológicas falsas positivas destinadas al diagnóstico de la enfermedad. Tanto las pruebas microscópicas de aglutinación como los ensayos serológicos en el punto de atención se ven afectados por este efecto. Afortunadamente, esto se vuelve menos importante a la luz del hecho de que la enfermedad clínica es poco probable en perros vacunados. Sin embargo, es importante saber que la vacunación no produce resultados positivos en la prueba de reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real  (Greene et al., 2001).

 

Históricamente, los veterinarios se han preocupado por las reacciones adversas a las vacunas contra Leptospiras. Las formulaciones de las vacunas ahora se han modificado para minimizar la probabilidad de tales reacciones. Según la información disponible, las reacciones adversas a las vacunas contra la Leptospira parecen ser raras, con <53 eventos adversos por cada 10 000 dosis (Perez et al., 2010)

 

Las formulaciones de las vacunas ahora se han modificado para minimizar la probabilidad de tales reacciones (Tabla 2).

Tabla 2. Algunas sugerencias para minimizar reacciones vacunales

Conclusión

En la última década, la leptospirosis se ha convertido en una importante enfermedad zoonótica infecciosa que puede ocurrir en zonas urbanas y entornos rurales tanto en países industrializados como en vías de desarrollo de todo el mundo. Los seres humanos pueden infectarse por animales portadores, principalmente roedores salvajes y animales domésticos como los perros. Por lo tanto, es importante conocer las particularidades de esta enfermedad y reconocer el rol primordial que tiene la vacunación como método preventivo que es necesario para la erradicación de esta afección. 

Referencias

 

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Figura 2
Figura 1
Tabla 1
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